Los condenados, ayer en los juzgados de Eivissa, donde se conoció el acuerdo que les ahorrará el ingreso a prisión. | DE

El juicio contra los propietarios del edificio Catamarán (Sant Antoni) por el ruido y las molestias que causó el establecimiento Coast Line a los vecinos entre 2002 y 2006 se resolvió ayer con un acuerdo de conformidad en el que los acusados podrán conmutar una pena de prisión de un año con el abono de una multa conjunta de 5.040 euros, además de una indemnización a los perjudicados de 80.000 euros, cantidad esta última que ya han satisfecho.

Así, el matrimonio formado por Salvador S.M. y Francisca C.P. se declaró culpable de un delito contra el medio ambiente en su modalidad de contaminación acústica con grave riesgo para la salud, además de once faltas de lesiones.

El acuerdo que se alcanzó les permitirá no ingresar en prisión y, en cambio, afrontarán cada uno de ellos una multa de 7 euros diarios durante un año, por lo que deberán abonar 2.520 euros cada uno.

El proceso, perteneciente a la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Palma, se cerró ayer en los juzgados de Eivissa bajo la presidencia del magistrado Juan Pedro Iyanes. Además, también se confirmó que los acusados ya habían satisfecho además una indemnización de 20.000 euros para cada familia afectada. Al constar cuatro familias como denunciantes en el escrito de la acusación, se desprende que el montante de este pago ascendió a 80.000 euros.

Inicialmente, la Fiscalía solicitaba una condena de cinco años y medio de prisión para el matrimonio, además del cierre del local y una multa de 178.200 euros, independientemente de la indemnización de 20.000 euros a cada uno de los denunciantes.

El establecimiento excedió «durante cinco años el nivel de sonido permitido, tanto durante el día como a altas horas de la madrugada, a través de varios equipos y altavoces, espectáculos pirotécnicos, pitos y timbales», según el escrito de la acusación.

Así, en palabras del fiscal, entre 2002 y 2006 los vecinos del edificio sufrieron como consecuencia «ansiedad, estrés, nerviosismo, insomnio y angustia».

Entre los denunciantes figuran una mujer que en 2006 estaba embarazada, otra que vivía con su madre, que sufría Alzhéimer, una tercera que acababa de tener un bebé en 2001 y otra familia con dos hijos.