La zona del Torrent de sa Sud quedó arrasado por las llamas dejando un panorama desolador repleto de árboles carbonizados y un mar de cenizas. | Daniel Espinosa

Después de 22 horas de lucha sin cuartel contra las llamas, ayer al mediodía -a las 12.15 horas- el director de extinción del Ibanat daba por controlado el incendio forestal desatado el jueves en Sant Miquel, un fuego que durante horas mantuvo en jaque a su población y a los equipos de extinción. Un incendio que ha afectado a unas 30 hectáreas de masa forestal.

Durante la noche permaneció un retén de guardia y con las primeras luces del viernes se incorporaron nuevos efectivos, un relevo de bomberos y más brigadas del Ibanat. Paralelamente, en la zona también trabaja una unidad del investigadores del fuego del Seprona de la Guardia Civil desplazados desde Palma para reforzar al equipo de Eivissa. En principio sitúan el origen del fuego junto a la depuradora de Sant Miquel. Ayer por la mañana un precinto de la Guardia Civil acotaba la zona donde se desencadenó el fuego. Los investigadores mantienen abiertas todas las hipótesis.

Mientras las brigadas y los bomberos refrescan los últimos puntos calientes, operarios de la red eléctrica y telefónica reparan el tendido que dejó sin servicio la zona del Port de Balansat.

«Era un fuego difícil de atacar por las condiciones meteorológicas y sobretodo por la orografía del terreno. En la zona hay diversos torrentes por donde las llamas se encauzaban y avanzaban rápidamente pero se trabajó duro y se pudo estabilizar antes de caer la noche». Así valoraba al PERIÓDICO de IBIZA Y FORMENTERA el responsable de los Bomberos de Eivissa, Miguel Sevilla, la evolución del fuego las primeras horas.

Apuntó que este quinto incendio en el término de Sant Miquel ha sido «muy escandaloso porque las llamas eran importantes, de gran envergadura, y el fuego llegó muy cerca del casco urbano». Se quedaron a escasos 20 metros del Puig de Missa.

El alcalde de Sant Joan, Toni Marí `Carraca´, insistió en agradecer el «esfuerzo titánico» realizado por los equipos de extinción. Explicó que a media tarde del jueves se hicieron gestiones para que algunos hostales dispusiesen de habitaciones para los desalojados, pero finalmente no hizo falta. A partir de las 22 horas, los vecinos volvieron a sus casas. Todos menos dos. Toni y Catalina, de 85 años, que fueron trasladados a una residencia de Eivissa por su edad y porque su casa se encuentra en la zona más castigada por las llamas, en la vaguada que lleva al port de Balansat.

Del bullicio de la tarde del jueves, ayer por la mañana apenas quedaba rastro. El silencio reinante sólo se rompía con alguna comunicación a través de los walkie talkie, el paso del helicóptero de vigilancia o las campanas de la iglesia que tocaron a las 12 del mediodía. Eso sí, el olor que desprendían los pinos carbonizados estaba muy presente en el ambiente.

Junto a Puig de Missa, algunos vecinos recordaban la tensión vivida 24 horas antes. «Estábamos en casa viendo la tele y en una momento dado vimos el humo por la ventana. Subimos a la terraza y conforme salimos ya se oía el crepitar. Era una sensación de angustia brutal». Así recuerda Susana Quiñones el maltrago vivido el mediodía del jueves. Las llamas estaban a poco más de 10 metros de su casa. Cogió a su hija de cuatro años y avisó al resto de vecinos del inmueble.

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Tita y Andrew ya habían subido a la terraza dos mangueras con las que empapar toda la fachada de la vivienda. «Nunca había tenido tanto miedo», apuntó a PERIÓDICO de IBIZA Y FORMENTERA Tita, quien recuerda que el chorro de la manguera poco podía hacer para sofocar «aquellas llamas gigantes, pero es que es mi casa».

Mientras ellos protegían la vivienda, Susana se encargaba de evacuar a su hija y a Teresa Martí, la vecina del bajo. Teresa tiene la movilidad reducida porque está conectada a un equipo de oxígeno. «Si no llega a ser por mis amigos, no sé qué habría pasado. Estaba tranquila con mi perrita. Con la tele encendida y haciendo sudokus. No oí nada hasta que me avisaron. Entonces miré por la ventana y me espanté».

Andrew recuerda que la calle se convirtió en «un teatro del caos. La gente iba y venía. No sabían si coger el coche y marcharse o coger cubos y mangueras y enfrentarse al fuego».

Ladera abajo y siguiendo la carretera que lleva al port se encuentra la vivienda de Pep Toni, una casa pagesa que el jueves quedó confinada por las llamas. Este vecino lamentó la tardanza de los medios aéreos, especialmente del avión Canadair.

En este sentido, el presidente del Consell, Vicent Torres, argumentó ayer que la primera acción «fue inmediata, muy efectiva y rápida». Añadió que las primeras brigadas llegaron en 15-20 minutos, mientras que los medios trasladados desde Mallorca «también llegaron en un margen de tiempo muy corto».

«Evidentemente, nos gustaría tener en Eivissa más medios y efectivos, sobretodo en verano, pero hay que mirar la disponibilidad económica», señaló Torres, que ayer mantuvo contactos con el conseller de Medi Ambient, Vicenç Vidal. Añadió que los medios «tienen que ser los adecuados. Es fundamental que la acción sea rápida sobre un riesgo muy elevado que tenemos en Eivissa», puntualizó.

Por su parte, el presidente de la Asociación de Propietarios Forestales de Ibiza, Rafa Tur, reiteró ayer la importancia de haber instalado los depósitos antiincendios. El jueves, los helicópteros se abastecieron del agua de una estas instalaciones. Asimismo, anunció que solicitarán a las instituciones medidas como la creación de tomas de agua o fajas antiincendios en los márgenes de las carreteras.

Medidas e intenciones que no alivian el sentimiento de impotencia que se respira en Sant Miquel, donde en un mes ya han sufrido cinco incendios que han quemado más de 40 hectáreas de masa forestal.