Estado en que los ladrones dejaron la joyería con varias vitrinas reventadas y las cajas por el suelo. | Arguiñe Escadón

«Los ladrones lo tenían perfectamente planificado. Sabían que a través del bar podían acceder a la joyería y han ido a por la piezas de más valor. Se han llevado varios miles de euros en joyas. En una noche nos han quitado el trabajo de un año». Impotente y resignado, así se encontraba Pepe Torres horas después del asalto al establecimiento que regenta junto a su mujer a escasos 100 metros del Ayuntamiento de Sant Josep de sa Talaia.

De madrugada, sobre las 2.30, los ladrones reventaban la puerta trasera que da acceso al bar Ca’n Bernat Vinya y desde su interior se colaban a la joyería especializada en piezas típicas de Eivissa de oro y plata, así como perlas de Majorica. Los ladrones desconectaron la alarma y vaciaron varias vitrinas de valiosas piezas de la colección de joyas ibicencas.

«Han ido a por las piezas de más valor: pendientes, pulseras, cruces y emprendades de oro y plata», apuntó a PERIÓDICO de IBIZA Y FORMENTERA Pepe Torres, quien añadió que los ladrones también se llevaron cerca de 200 euros que habían en la caja registradora.

El trabajador que abre el bar fue el que le alertó de los hechos. «He venido corriendo y cuando he entrado me han dado ganas de llorar», relató el propietario quien subrayó que su mujer estaba «muy afectada».

«No es la primera vez que nos roban, pero hoy nos han hecho polvo. Se han llevado muchas joyas y además han hecho un destrozo importante», dijo Torres, quien agradeció la «diligencia» de la Guardia Civil. «Primero vinieron los agentes de aquí y luego los investigadores para tomar huellas y otras pruebas. Por contra, mostró su extrañeza por el hecho de que la central de alarmas no diera aviso de la incidencia. «Hay varios sensores, pero nada. No me han dado ninguna explicación».

La víctima del robo se mostró resignado e indignado a partes iguales. «La isla está desbordada y está gente actúa sin miramientos. Te dan muchas ganas de llorar porque los cogen y a los días están en la calle volviendo a robar», argumentó Pepe Torres.

Su mujer, Paquita Ribes, ayer por tarde todavía estaba muy afectada por el robo. Pepe se desdoblaba atendiendo a la clientela del bar y a los trabajadores que estaban cambiando la puerta reventada por los ladrones. Durante la mañana, los agentes de la Guardia Civil habían recogido pruebas y huellas e investigan la autoría de un golpe que los ladrones había estudiado previamente.

«Te da mucha rabia y ganas de llorar pero es lo que hay», lamentó la víctima del robo.