«La Guardia Civil tiene que llevar a cabo un trabajo de hormiguitas para luchar de una forma efectiva contra los robos. La ola de robos no se acaba con el trabajo de un día o unas semanas. Aquí hay que dar el callo día a día». Son palabras de Joan Andreu Roig, un vecino que ha sufrido tres robos en los últimos meses.

La ola de robos afectan especialmente las viviendas de zonas aisladas pero en el punto de mira de los ladrones también se encuentra el sector de la construcción. Este extremo lo puede corroborar Joan Andreu., a quien los robos le han ocasionado unas pérdidas de más de 15.000 euros.

La mala experiencia de Joan Andreu con los delincuentes arrancó en el mes de mayo. «Tenía montada una grúa en el polígono de Montecristo. Una mañana llegamos y estaba inutilizada. Habían robado todo el cable. Me costó 4.000 euros la reparación».

Posteriormente, sufrió un segundo robo en otra obra en Sant Antoni. «Estábamos realizando los cimientos de otra construcción en Cala Bou y un día nos robaron más de cien puntales. Quien fuese tuvo que utilizar una camioneta y realizar más de un viaje para llevarse todo el material». Roig apuntó que cada puntal cuesta unos 12 euros. A ello les suma las horas perdidas y los daños ocasionados. Tras denunciar los hechos ante la Guardia Civil, localizaron los puntales «ya compactados» en un chatarrería.

«Es una sangría constante», señaló Roig, quien añadió que las casetas de obras están vacías por la sucesión de robos. «Ahora vamos todo el día cargados con las herramientas porque ya no puedes dejar nada».

En cuestión de 4 meses Joan Andreu ha sufrido tres robos que le han supuesto considerables pérdidas. Roig valora alguna de las medidas adoptadas por la Guardia Civil en el marco del plan específico puesto en marcha para combatir la ola de robos. «Son medidas interesantes pero hay que perseguir todo el problema porque todos sabemos donde acaban buena parte de los objetos robados en la isla», argumentó Roig, quien añadió que hay cerrajerías de Vila donde uno suele acudir y encuentra su propio material a la venta. Otro de los puntos es el mercadillo de Sant Jordi. La trazabilidad de los objetos es clave para acabar con esta situación.