Triángulo de advertencia de un accidente. | Pixabay

«Me robasteis a mi hijo mayor, mi vida, mi amor, mi gran apoyo ... y pensar que no me dejaron abrazarlo ni verlo, para sentirlo por última vez ...». Esta es una de las frases que una madre le dedica, en una carta, al kamikaze que acabó con la vida de su hijo el pasado 10 de septiembre en la carretera A6 de Galicia.

Christian Coego, un conductor que iba en sentido contrario durante 30 kilómetros, arrolló a Pablo Alejandro Rodríguez, de 41 años, que circulaba a la velocidad adecuada. El choque frontal fue mortal para ambos. Al parecer, el kamikaze no iba bajo los efectos del alcohol ni de ninguna droga, algo que todavía sorprende aún más.

Esta es la carta que la madre de Pablo le dedica al kamikaze:

«Escribo desde la tristeza y el dolor más profundo que una madre puede sentir ... Me robasteis a mi hijo mayor, mi vida, mi amor, mi gran apoyo... y pensar que no me dejaron abrazarlo ni verlo, para sentirlo por última vez...

'Adiós mamá, el domingo ya vengo para ayudarte con la abuela'. 'Adiós, hijo, despacio por la carretera'. Esa fue nuestra última conversación, nos abrazamos y adiós.

No cuento esto para dar pena a nadie, la pena ya la tengo yo metida en el alma. No puedo ni imaginar los motivos que pueden llevar a alguien a acabar de esta manera con la vida de otro... de mi hijo. Solo la enajenación y la inconsciencia pueden hacer que alguien juegue -como un trilero con sus cubos- a la suerte del inocente que, prudentemente en la carretera, espera llegar a su destino.

¡¡¡Con qué derecho!!!...

¿¿¿Quizás una apuesta??? ¿Y cuál era la disyuntiva? ¿Matar o morir? A mi hijo nadie le dio la posibilidad de escoger... ¿Quizás este chico fue instigado por alguien? Si es así... ¿lo pensabais premiar por ser valiente? ¡Qué cobardes!

Quizás quisiste acabar con tu vida... ¿Era necesario para ello matar a un inocente? ¿No podías tener la suficiente valentía como para irte solo?

Nos habéis matado con él a todos: padres, hermanas, sobrinos, su pareja y a todos sus amigos que tanto lo querían... ¿Ha merecido la pena?

Yo, desde mi dolor, solo pediría que os castiguen por ley todo lo que os merecéis...

Por lo que respecta a mi hijo, sin embargo, que era una gran persona con un corazón inmenso, os doy en su nombre el perdón... la conciencia será la losa que ya habréis de soportar toda la vida.

Hijo mío, pronto estaremos juntos. Te adoro, mi amor. Mamá».