Alejandro Palomas (Barcelona, 1967) estudió filología inglesa, tiene un máster en Poética por el New College de Callifornia, ha hecho sus pinitos en el mundo del periodismo y desde el año pasado se ha convertido en uno de los escritores de moda en España gracias a su obra Una Madre, que ya camino de su quinta edición. Un éxito que le ha llegado a «este corredor de fondo» de la escritura después de haber publicado las novelas El tiempo del corazón, El secreto de los Hoffman, El alma del mundo, El tiempo que nos une y Agua Cerrada y los poemarios Tanto tiempo y Entre el ruido y la vida. El viernes, a partir de las 20,30 horas acudirá a la Librería Hipérbole a hablar de su libro.

—¿Dónde está el secreto para que una historia que gira en torno a una cena de Nochevieja en la que una madre recibe en casa a su hermano y a sus tres hijos se haya convertido en un fenómeno de ventas?

—Sinceramente no lo sé. Jamás me imaginaba que Una madre iba a tener tanto éxito. Tal vez el logro es haber conseguido una novela cercana que te atrapa desde el principio y con la que todos los lectores se sienten identificados.

—Será porque todos hemos vivido alguna vez una Nochevieja con situaciones como las que se narran en el libro. ¿Estuvo usted en algo parecido?

—Creo que todos hemos pasado alguna vez por situaciones de soledad, reales o no, autoimpuestas o no, justificadas o no. Y por ello soy un firme defensor de pedir ayuda, porque esta es necesaria venga de donde venga. Es necesario que sepamos que siempre está ahí si la necesitamos, aunque no la utilicemos.

—En este sentido Amalia, la madre, en el ancla de todos los personajes. ¿Cómo consiguió un personaje tan entrañable?

—Fue algo espontáneo ya que no lo pensé antes de ponerme a escribir. Es más, ni siquiera sabía el protagonismo que iba a tener Amalia. Sin embargo, como soy una persona que escribe sin saber lo que va a poner al día siguiente me di cuenta que Amalia había ocupado toda la novela. Y ya no había marcha atrás.

—¿Se basó en alguien para conseguir un personaje tan entrañable?

—En concreto no. Hay muchos que me preguntan si es mi madre y les respondo que no. Lo que si es cierto es que escribo basándome en personajes que tengo a mi alrededor a los que cojo un poco de aquí y de allí para darles forma.

—Pero con Amalia ha conseguido un personaje casi perfecto...

—Parece ser que sí. Es un homenaje a las madres que llegó un poco de forma inconsciente, casi sin querer. Tal vez quise reflejar lo que me gustaría ser yo si alguna vez fuera madre. Pero bueno, ha tenido tanto éxito que creo que me va a costar desprenderme de ella (risas).

—Pero tendrá que hacerlo. ¿Qué planes tiene de futuro?

—De momento promocionar mi nuevo libro, Un fill, con el que he conseguido hace poco el premio Joaquim Ruyra, y que se solapará casi con la de Una Madre.

—Una madre, un hijo, parece que no se desprende del mismo tema.

—(risas) Pues aunque no lo crea no tienen nada que ver. Quise romper con Una madre y ahora la nueva historia la cuenta un niño de nueve años. Es muy distinto.

—Y mientras, una paradita en Eivissa. ¿Cómo surgió la idea de venir aquí?

—Pues por la insistencia de Pedro, de la librería Hipérbole. Si le soy sincero era un poco reticente por todo lo que se vende desde fuera de la isla aunque al final me han convencido y me estoy dando cuenta que hay un movimiento cultural muy intenso.

—¿Es la primera vez que viene?

—No. Sólo he venido una vez con mi madre cuando tenía 12 años. Estuvimos una semana en Navidad alojados en un apartamento y fue genial. Parece una cosa del destino que ahora vuelva a Eivissa a promocionar mi novela Una madre.