Hace unos días Nayla Besora y su amiga Judith Marí, dos niñas de 12 y 13 años, encontraron en los alrededores de sus casas en Puig d’en Valls un gato abandonado y semi salvaje que tenía la cola fracturada. Tras conseguir meterlo en una caja, darle de comer, mantenerlo con vida y bautizarlo con el nombre de Blanqui, decidieron que tenían que hacer algo por él y lo llevaron hasta la Clínica Veterinaria de Puig d’en Valls para que lo operaran.

Sin embargo, allí se encontraron con la cruda realidad. La operación no es nada sencilla y además resulta cara, al menos para sus bolsillos. En total 120 euros. Aún así, Nayla y Judith no se dieron por vencidas y comenzaron varias campañas para conseguir el dinero que necesita Blanqui.

Así, mientras le alimentan en su casa han colocado en la clínica veterinaria un cartel informativo y una hucha, que compraron ellas mismas con el dinero de su paga, para que quien quiera pueda hacer su donativo. Y además, se ofrecen a tirar las bolsas de basura de todos los vecinos de Puig d’en Valls que así lo deseen al módico precio de 50 céntimos.

Al día de hoy Nayla y Judith ya han conseguido unos treinta euros y además, se están ganando la admiración de buena parte de los vecinos y por supuesto, sus progenitores. Y es que además, están dispuestas a donar todo lo que sobre de lo que recaude a la asociación Caire 4 Cat, que se dedica a recaudar fondos para esterilizar gatos callejeros. «Qué puedo decir yo de la iniciativa de mi hija, siempre le han gustado mucho los animales y dice que de mayor fundará una asociación para ayudarlos, pero lo que están haciendo ahora ella y Judith está siendo increíble, están demostrando un corazón muy grande y creo que se han convertido en todo un ejemplo, no sólo para niños sino para otros adultos de la isla que no se preocupan por nada», confirmó ayer a este periódico María, la madre de Nayla.

Por eso, y aunque Blanqui de momento no está en peligro y vive tranquilo con la familia de Neyla y su otro gato Dharma, sería mucho más feliz si pudiera volver a disfrutar de una cola como las de sus colegas de raza.