Uno de los capítulos señalados en la tradición cristiana de las Pitiüses durante la Semana Santa es el de ‘fer cases santes’.

Celebrada tras el oficio de Jueves Santo, la Casa Santa consiste en la adoración del Señor a lo largo de toda la jornada siguiente, hasta el oficio de Viernes Santo.

Esta práctica está extendida en todo el mundo católico, conocida, por ejemplo, en la Península como ‘Monumento’. ‘Casa Santa’ es su denominación en Eivissa y Formentera, así como en el resto de Illes Balears y otras zonas con influencia lingüística catalana.

Aunque antaño esta liturgia respondía a unas formas más solemnes e incluso lúgubres -se adora a Jesús con motivo de su muerte en la Cruz- en la actualidad, las decoraciones florales se han impuesto y han añadido vivacidad a esta tradición.

En esta suerte de eucaristía se desvía la atención normalmente reservada a los altares mayores de cada templo para dar protagonismo a una capilla dedicada a Jesús y ornamentada para la ocasión.

Las Cases Santes mantienen algunas tradiciones seculares que se conservan inmutables, como la presencia del pan y el vino, dispuestos en el altar como símbolos del Señor. Las velas y cirios completan una estampa de fe en uno de los momentos de mayor constricción y solemnidad de la Semana Santa, aunque en los últimos años se tienda a dar mayor colorido con espectaculares ramos de flores.

Así, decenas de feligreses de las Pitiüses pasaron largas horas durante la noche del jueves al viernes -o en horas diurnas- en actitud de adoración, realizando cada fiel sus plegarias en silencio.

El origen de esta tradición católica se remonta varios siglos atrás. De hecho, el término ‘Casa Santa’ aparece citado, por ejemplo en la novela medieval ‘Tirant lo Blanc’, de Joanot Martorell, escrita y publicada a finales del siglo XV.

En esa época se colocaba en el altar mayor de las iglesias una especie de casa con una gran portalada reservada al Santísimo y con una representación de los profetas en actitud dolorosa, mostrando sus profecías sobre la pasión y la muerte de Jesús.

Más allá de sus raíces católicas, la Enciclopèdia d’Eivissa i Formentera relata una anécdota ligada a esta celebración en la entrada relativa a Joan Morales Cirer, un farmacéutico republicano de principios del siglo XX definido como «alma mater del masonismo pitiuso».

En su volumen número VIII se explica que el apotecario, que tenía un defecto físico -era jorobado a causa de una tuberculosis infantil- preguntó con cierta sorna a Mossènyer Marià Escandell ‘Marès’, entonces vicario de la parroquia de Sant Salvador, el sentido de esta tradición.

Así, a la pregunta de «¿Qué era aquello de las cases santes?» el vicario respondió: «Eso que lleva usted en la espalda». Desde entonces, a pesar de su declarado anticlericalismo, Morales Cirer visitaba cada año la capilla del San Cristo del Cementerio en la Iglesia del Convento y efectuaba una aportación para sostener esta católica costumbre.