Hace más de 20 años que se instaló en Eivissa y quienes la conocen bien aseguran que Nora Albert, seudónimo que acompaña a la escritora Helena Alvarado desde que publicó su primer poemario, es de esas personas que siempre están sonriendo. Además, estos mismos, confirman que esta catedrática de lengua y literatura catalanas del Instituto Verdaguer es una de las personas más implicadas con nuestra cultura, el feminismo, las causas sociales, las minorías y la idea de que la poesía puede ser un arma cargada de futuro que hay en Eivissa. Poeta, ensayista y traductora, es uno de los grandes referentes de los versos en catalán gracias, entre otras cosas, a Fràgils naufragis, su último poemario galardonado con el premio de poesía 25 d´Abril-Vila de Benissa en su XXXIV edición.

—¿Por qué Fràgils naufragis?

—Porque siempre me he sentido muy atraída con todo lo relacionado con el ser humano y creo que éste, al igual que el Universo, está sujeto a la fragilidad.

—¿Y por qué naufragios?

—Porque está muy relacionado con la fragilidad. Pero no siempre desde un punto de vista negativo, pensando que quien naufraga se ahoga sin remedio, sino también como algo positivo ya que hay mucha gente que sale adelante.

—¿De eso tratan sus poemas?

—En Fràgils naufragis hay 38 poemas, así que hay de todo. Además los he dividido en varios apartados para que el lector se sienta más identificado con ellos. Los hay basados en experiencias personales, otros más sociales, otros que hablan del amor e incluso, algunos eróticos, pero entendiendo el erotismo como un arte no como algo soez.

—Dice que muchos de sus poemas son optimistas. ¿Cómo lo consigue hablando de naufragios y fragilidad?

—Animando al lector a salir adelante. Todos tenemos cicatrices, sobre todo causadas por el amor, y aunque se incrustan y son difíciles de sacar, hay que pasar página viendo que la vida también puede ser maravillosa.

—El libro, es muy completo. No olvida la crítica social. ¿La poesía tiene que tomar partido?

—Por supuesto, puede y debe hacerlo. No entiendo porque no se puede criticar haciendo poesía. Por ejemplo en este poemario hablo del drama de las pateras y de todos aquellos que buscan una nueva posibilidad con el riesgo de naufragar de por vida.

—También habla de la violencia de género.

—Sí. Siempre he sido muy feminista y a mucha honra, y por eso he dedicado un poema, Si us plau no obris la porta, a las mujeres que son maltratadas por sus parejas. En el amor no todo vale.

—E incluso, dedica versos a la pintura y a personas, digamos anónimas, para el gran público.

—(risas). Bueno hablo de Van Gogh, comparando su pintura agresiva como su propia manera de salir de fragilidad y naufragio personal, y a Turner, el gran pintor inglés de naufragios. Y también, a la maestra norteamericana Anne Sullivan, que consiguió enseñar a una persona ciega a relacionarse, y a la acróbata Carol Brest, haciendo una reflexión sobre la poesía y la contorsión de las palabras.

—Tiene en sus manos Fràgils naufragis. ¿Es arriesgado editar poesía actualmente?.

—No deja de ser un riesgo. Si ya se compra poca literatura imaginese con la poesía. Pero bueno, afortunadamente, para eso están los concursos. Más allá de la dotación económica el verdadero premio es ver tu obra publicada. Algo muy complicado en España.

—¿Y por qué?.

—Primero y fundamentalmente porque es mucho más difícil de leer que una novela. La poesía no se puede leer en el metro. Además, creo que, por lo general, hay poca preparación respecto a cualquier tipo de arte. En España falta predisposición humanística para entender la poesía y eso es un poema para nuestra sociedad.