A las once y pocos minutos de la mañana Ulrich y su mujer Alena, naturales de la ciudad de Hamburgo, en Alemania, descendían por la enorme escalera del aún más enorme barco Mein Schiff 1, sede de la segunda edición del crucero Full Metal Cruise. Vestidos fielmente como marca la estética heavy, esto es camiseta, gorra y chaqueta negra, pantalón corto, ambos de camuflaje, y con dos mochilas, también de color oscuro, lo primero que hicieron, además de sonreír y hacer el tradicional signo de los cuernos de los heavys, fue quedarse alucinados al cruzarse con los siete miembros – 5 balladors y 2 sonadors – de la Colla de Sa Bodega, estos también vestidos con sus trajes tradicionales. Su cara lo decía todo. Luego lo confesaron a este periódico. No se esperaban que Eivissa tuviera tradiciones y que hubiera música más allá de lo que se produce en las discotecas y en las fiestas. Una vez recuperados del susto, cogieron de manos de unas muy amables Cristina y Estefanía un mapa de la ciudad y un folleto con instrucciones sobre qué hacer en un solo día en Vila y se subieron al autobús que tendría que llevarles hacia el centro. El día inolvidable en Eivissa acababa de comenzar.

La misma escena se fue repitiendo casi con exactitud durante los siguientes minutos con los 2.070 cruceristas pero con distintos actores protagonistas. Kristian, David, Jörg, Tim, Andreas, Christian, Marius, Hubert, acompañados de sus familias o parejas, y todos ellos vestidos completamente de negro y con enormes botas a pesar del calor que ya empezaba a apretar, hicieron casi lo mismo después de dedicar algo de tiempo a los medios de comunicación presentes en el muelle de Marina Botafoch. Sólo, alguno más valiente, como Fabián, nacido en la ciudad de Cloppenburg, se saltó este peculiar protocolo y se atrevió a bailar con la colla de ball pagès ante la paciencia de los ibicencos y el jolgorio de sus compatriotas.

En su camino hacia los autobuses y la ciudad de Eivissa se cruzaron con una representación institucional. La consellera de Turisme, Carmen Ferrer, la alcaldesa de Vila, Virginia Marí, y la concejala de Cultura del consistorio vilero, Lina Sansano, hicieron acto de presencia en el muelle pero prácticamente ninguno de los cruceristas pareció reparar en ellos ni darles importancia.

Su objetivo era otro. El centro, el barrio de la Marina, y la calle de la Virgen, especialmente esta última, donde los comerciantes se habían esmerado por organizarles una visita, estilo película Bienvenido, Mister Marshall de Luis García Berlanga, con la que conseguir unas buenas ventas de cara al inicio de la temporada. Así, en distintos puntos del casco antiguo había distintas pancartas que daban la bienvenida a los cruceristas y la mayoría de los comercios lucían carteles en los que se podían leer Herzlich willkommen angebote im laden, o lo que es lo mismo, Promociones especiales de bienvenida en la tienda.

Además, a lo largo de toda la estrecha y larga calle se había instalado un improvisado mercadillo cuyos puestos se mezclaban con la mercancía de las propias tiendas. Eso sí, la mayor parte de todo estaba enfocado al público que había llegado en el crucero Full Metal Cruise y a los que iban a asistir al concierto en el baluard de Santa Llúcia unas horas más tarde. Es decir, mucha camiseta negra, mucho cuero, mucha calavera, pero también pulseras de plata, abalorios, bolsos y prácticamente todo lo imaginable. Sin embargo, mucho mirar y poco comprar. «No tenemos casi dinero, hemos invertido mucho en el pasaje y merchandising del crucero, y por eso tenemos que medir mucho lo que compramos», explicó a este periódico Jens, padre de familia de 52 años, acompañado de sus hijos Gerrit y Christian y su mujer Zella. Otros, en cambio, directamente tenían claro donde querían invertir. Karim, Tim, Pascal o Harald, un grupo llegado de Leizpig, pensaba gastarlo en bebida, preferiblemente cerveza. «En Alemania prácticamente nunca tenemos la posibilidad de disfrutar de una cerveza y unas aceitunas sentados al sol de una buena terraza así que hoy vamos a aprovecharlo al cien por cien», aseguraron sin poder asegurar fielmente las condiciones en que llegarían al concierto de la noche.

Momento para fans

Y es que todo esto sucedía en torno a la una de la tarde. Aún quedaba mucha jornada por delante. En torno a las dos muchos de los cruceristas se congregaron en el Hard Rock Café del paseo de Vara de Rey y sus inmediaciones para asistir a una jornada especial donde pudieron compartir espacio y tiempo con algunos de sus ídolos como Udo Dirkschneider, Leo Jiménez, Doro Pesch, voz femenina de Warlock, o Uli Jon Roth, de Scorpions. Fue el momento idóneo para los cazadores de autógrafos, fotos y recuerdos.

Esas horas fueron un aperitivo de lo que estaba por llegar. El plato fuerte de esta intensa jornada de heavy, fue sin duda el concierto que juntó hasta las 23,30 horas en el baluard de Santa Llúcia al grupo local Indulgentes, el duo afincado en Eivissa, Los Vagabundos y a dos de los grandes pesos pesados del hard rock actual, el joven madrileño Leo Jiménez y la mítica formación alemana UDO, con su cantante Udo Dirkschneider y su bajista Fitty Wienhold a la cabeza, ambos con casa en Eivissa desde hace dos décadas.

Precisamente éste último aseguró hace dos días que la cita sería la prueba definitiva para saber si la isla acogería el año que viene un macrofestival de varios días de música heavy al estilo del Wacken Open Air Festival que congrega en Alemania a más 75.000 personas. Eso será el año que viene, de momento hoy, ya será turno de hacer balance del paso por la ciudad de estos 2.070 cruceristas amantes del heavy.