Temperaturas que rozaban los 30 grados castigaron ayer a los miles de personas que disfrutaron del Día Grande de Santa Eulària.

El sofocante calor, sin embargo, no amedentró a nadie a la hora de acudir a los distintos actos previstos durante toda la jornada. Templos llenos, plazas a rebosar y paseos repletos de personas, impacientes todas por ver e inmortalizar –los cánones sociales actuales obligan a no solo presenciar, sino también a grabar y compartir– bien fuera una demostración de ball pagès, un desfile de carros o una exhibición de doma menorquina.

El Puig de Missa fue el epicentro a media mañana, con la solemne misa que ofició el obispo de las Pitiüses, Vicente Juan Segura, a la que añadieron sus exquisitos cánticos el coro parroquial.

Durante la liturgia, Segura recordó los orígenes religiosos de las fiestas del Primer Domingo de Mayo: la leyenda del desplome (en 1543) de una antigua iglesia que milagrosamente no provocó ninguna víctima y que, años más tarde, llevaría a la construcción de un nuevo templo, el que se erige ahora en Puig de Missa.

En las primeras filas, autoridades de todas las instituciones: el alcalde Vicent Marí; el presidente del Consell d’Eivissa, Vicent Serra; el conseller de Hisenda del Govern, José Vicente Marí Bosó; el diputado Enrique Fajarnés, la consejera de Estado, Mª Luisa Cava de Llano; y la alcaldesa de Eivissa, Virginia Marí, por citar solo los que ocuparon la primera fila en el acto religioso.

Tras la misa, las collas locales ofrecieron una actuación de ball pagès que fue seguida por multitud de gente que se agolpaba en todos los rincones de la plaza de la iglesia.

Seguidamente, el centro de atención se desplazó hacia la calle Sant Jaume, otro de los puntos estelares del día, que venía cargado con varios platos fuertes.

Primero, desfiló la comitiva musical de la agrupación Nuestra Señora de la Estrella y la Banda de Cornetas de sa Colla des Riu, con temas tan dispares como ‘Paquito el Chocolatero’ o ‘La Abeja Maya’.

Tras ellos tomaron protagonismo los carros tradicionales, que atrajeron el interés de la multitud de ópticas que no pararon de tranajar durante toda la mañana.

Finalmente, cerraron el desfile una exhibición ecuestre, que contó con la espectacular participación de un grupo de doma menorquina. Con todo merecimiento, los equinos erguidos y sus jinetes levantaron olas de aplausos de los asistentes.

Otros eventos también captaron la atención de numerosos transeúntes, como la muestra de vehículos de ocasión, la feria de artículos de agricultura o los puestos de artesanía, todos ellos en el paseo de s’Alamera. Por la tarde, se sucedieron otros actos hasta medianoche, cuando estaba previsto el castillo de fuegos artificiales.