Joaquín Garli durante la entrevista para este periódico que se realizó en el jardín exterior de su escuela de música. Foto: TONI ESCOBAR

Tenemos el inmenso placer de charlar con tal vez la persona más solicitada en Eivissa durante estos días. Se trata de Joaquín Garli, flamante finalista del talent show de Telecinco La Voz. Sin embargo, a los pocos minutos de quedar con él en su academia Centro de Música Creativa Ibiza, en Puig d’en Valls, nos damos cuenta de que su paso por este programa y la repercusión mediática que ha tenido no le ha cambiado en absoluto. Sigue siendo esa persona sencilla, amable y de pocas palabras pero concisas, que en Eivissa ha sido capaz de poner en marcha varios musicales relacionados con Disney. Más que una entrevista los minutos que pasamos con él se convierten en una charla, distendida y divertida, en la que hablamos de su paso por el programa, de su relación con Malú, de su familia o de su futuro más inmediato.

—Ayer estaba muy cansado en el aeropuerto. ¿Se va recuperando poco a poco?

—Lo intento. Han sido unos meses muy intensos. Al principio iba y venía de Madrid pero luego, cuando ya entramos en las fases de los directos me quedé allí y al final ensayas muchas horas y se hace cansado.

—Pero mereció la pena...

—Por supuesto. La experiencia en sí ha sido y es preciosa, increíble. Por todo lo que vives en el programa, con un equipo de producción de más de 300 personas, con los cuatro coaches, Alejandro Sanz, Antonio Orozco, Laura Pausini y por supuesto Malú y pudiendo cantar ante tanta gente. Y eso por no hablar de que se trata de un portal de lujo para relanzar tu carrera musical.

—¿Recuerda cómo empezó esta aventura?

—Pues un poco por casualidad. A mucha gente la llaman desde producción porque hacen un rastreo y han visto un enlace tuyo. Conmigo lo hicieron y me pidieron que mandara una serie de vídeos con un largo determinado. Creo que en total se mandaron 60.000 vídeos de los que luego dejaron 18.000.

—Y de ahí al casting...

—Sí. Creo que era el único de Eivissa de todos los que estábamos ahí. Fue un poco locura pero finalmente conseguí superar esta fase, quedar seleccionado entre los 1.500 siguientes y después entre los 183 que tienen derecho hacer la audición a ciegas.

—¿183? ¿Y cómo se graba eso? ¿Por qué eso no se ve en televisión?

—(risas). No, eso se hace casi del tirón, ensayo grabación, al ritmo de cuatro o cinco por día. Y luego se emite todo en una semana. Fue también un poco estresante porque ten en cuenta que de esa criba sólo quedamos 54, que son los que entramos en el programa.

—Además usted entró por la puerta grande. ¿Cómo se decidió por la canción I believe I can fly de R.Kelly?

—Por un poco por todo. Tu presentas un listado de muchas canciones a producción y entre ellos y tú elegís. Pero bueno, lo cierto es que se dio tan bien que yo creo que por esa canción llegué a la final.

—¿Por?

—Porque fue interpretación que se me dio muy bien y la gente lo recordó mucho a lo largo del programa. Además, el tener la suerte de que los cuatro coaches se den la vuelta y se peleen por elegirte también marca.

—¿Es consciente de que en ese momento también su hija Carmela se convirtió en una de las niñas más famosas de Eivissa?

—(risas). Fue un impulso cuando la cité, pero era verdad. Me salió sincero. Y se lo debía porque ella es una de mis mejores fans.

—¿Ese fue su mejor momento en La Voz?

—Sin duda. Fue brutal. Sin palabras. En aquel momento estaba en un estado de shock que se mezclaba con alegría, que no sabría definir. No sé, fue inclasificable.

—Pero usted ya tiene experiencia...

—Sí, pero nadie tiene experiencia para La Voz. Los nervios cuando estás en ese plató cantando en directo pasan a la siguiente magnitud. Es una sensación rara. Y es que en cada gala cántabamos ante tres o cuatro millones de personas que nos veían desde casa. Es algo muy fuerte que creo que asimilaré con el tiempo.

—Y luego, ¿cómo fue su trato con Malú?

—Realmente empiezas a conocerla cuando vas pasando pruebas y galas. Al principio éramos 14 alumnos por coach y no había tanto tiempo para que nos explicara cosas. Luego sí es verdad que todo se vuelve más cercano y entablas una relación más directa con ella.

—¿Con qué se queda de su relación? Porque ella parecía estar encantada con usted...

—Y yo con ella. Ha sido un lujo haber trabajado tan codo a codo con ella. Pero si hay que destacar algo de Malú es que me desmostró que todos somos iguales por más que ella se llame Malú, tenga más experiencia y haya llenado diez veces la Plaza de Toros de las Ventas o el Palau Sant Jordi.

—¿Le ayudó a elegir los temas?

—Bueno realmente otra de las cosas muy buenas de La Voz es que he tocado todos los palos. Hay que dejar claro que allí no cantas nada que no quieres, todo tiene un consenso.

—¿Ni tampoco en la final?

—Que va. Todos fueron temas en los que nos pusimos de acuerdo con producción. Tal vez es cierto que el tema de Estopa no era para lucirse tant,o pero me quedo con que tuve la posibilidad de haber cantado con dos tipos increíbles y que fue tremendamente divertido.

—Su versión de Imagine de John Lennon fue increible. Le salió muy bien.

—La verdad es que sí. Quedé muy satisfecho de cómo salió. Pero también de mi paso por la gran final porque no me lo tomé así, sino como un gran concierto en el que tuve la inmensa suerte de participar. ¿Cuánta gente hubiera dado su vida por vivir lo que yo he vivido?

—Y además con toda Eivissa volcada. ¿Se sentía su apoyo desde Madrid?

—Por supuesto. He alucinado con lo que se ha montado. La movilización ha sido increíble. Creo que no se había visto algo

igual desde las manifestaciones anti autopistas.

—¿Y su familia?

—Para estar tremendamente orgulloso. Mi pareja, mi madre, qué voy a decir de ella. Ha montado una tremenda. Ha hecho de mami con mayúsculas.

—¿Y ahora el futuro?

—Bueno aún estoy en el día 1 después de todo. Pero la intención es trabajar lo más posible en grabar un disco este año aprovechando las puertas que se han abierto en toda España y que mi nombre ya es conocido. Eso sí, no dejaré de trabajar en mis cosas de Eivissa.

—Mucha pinta no tiene de que le vaya a cambiar la fama...

—(risas). ¿Por? Me considero un tipo normal y mis prioridades son otras. Tengo una pareja y una familia maravillosa y dos peques geniales a mi lado y eso es lo más importante de mi vida. Además el programa me ha pillado con 32 años, tal vez si me hubiera pillado con 20 todo hubiera sido distinto. Pero bueno, seguiré siendo el mismo.

—¿Pero es consciente de que mucha gente ha descubierto gracias a Joaquín Garli que Eivissa es mucho más que fiesta y discoteca?

—(risas). Puede ser. Si es así, bienvenido sea. Yo durante todo el programa nunca hablé de fiestas y discotecas. Me gustaría romper con los tópicos tan manidos y perjudiciales que nos rodean.

—Y la última. ¿Tras su paso por La Voz, ha puesto de moda las gorras, las boinas o los sombreros?

—(risas). Bueno, es cierto que en todos los programas los llevaba. Pero no era por cuestión de suerte sino porque siempre las he llevado. Creo que me he acostumbrado tanto a ellas que me siento semidesnudo si no las llevo.