Pedro Requejo Novoa (Madrid, 1964) es un reconocido escultor que trabaja sobre todo en bronce. Sus esculturas están por todas partes de España aunque su obra más conocida es la pareja de Don Quijote y Sancho, que luce orgullosa sentada en un banco ante los miles de visitantes que cada día pasan por delante del Museo Casa Natal de Miguel de Cervantes en Alcalá de Henares.

La misma sensación de orgullo que despierta desde hace una semana en el parque infantil de Sant Rafel el impresionante busto que ha construido el mismo autor en honor al conocido párroco de la localidad, Josep Planells Bonet, Pep Negre. Es una pieza en relieve de 25 kilos de bronce, que se alza sobre un bloque de piedra de arenisca, y en el que además del retrato del que fuera sacerdote del pueblo entre 1977 y 2009 se puede ver el mar, el atardecer, un olivo centenario y su mano mientras escribe unos versos de su poema Forca.

Tal y como explicó el propio autor de la obra a este periódico, “la idea de realizar la escultura surgió casi por casualidad”, cuando vio por Internet que se había convocado un concurso para hacer la escultura en homenaje a Pep Negre. Así, mandó unos bocetos, basándose en una imagen de la portada de un libro sobre él y ante su sorpresa, al poco tiempo recibió una llamada de la Concejala de Cultura de la anterior legislatura diciéndole que había sido el ganador.

“Una gran aventura”                                                                                                    

Entonces comenzó “la aventura difícil y maravillosa de plasmar lo mejor posible en un busto una persona tan importante para el pueblo como Pep Negre”. Los primeros pasos fueron seleccionar tres fotografías suyas de distintas épocas, una de joven, con –el pelo alborotado, otra en la madurez y finalmente otra siendo más mayor, cuando apuraba la vida-, y así conseguir “un resumen perfecto”. Después, y tras hablar con familiares, amigos y allegados optó porque su obra final se asemejara más a su última etapa vital.

Además, Pedro Requejo quería que no fuera una obra cualquiera y por eso decidió añadir objetos en volumen y relieve como el árbol, el mar y las letras. Algo que no fue una tarea sencilla ya que según el propio escultor, “todo está basado en un sistema de perspectivas muy complicado separado apenas por unos pocos milímetros”.

Una vez pensado todo lo que iba a llevar el conjunto escultórico, el siguiente y definitivo paso fue el de darle forma. Para ello el artista madrileño primero hizo un primer molde en un barro francés que tiene en su taller de la localidad madrileña de Villalvilla y que hace y deshace para cada obra, después otro de silicona para añadir los detalles y finalmente, el definitivo paso al bronce. Casi nada. Y todo en un plazo casi récord de treinta días impuesto por el Ayuntamiento de Sant Antoni.

Y por si esto fuera poco, para añadir más mérito al trabajo, Requejo Novoa compaginó la elaboración de la estatua de Pep Negre con otro trabajo encargado con antelación. “Ha sido un poco de locos y ha supuesto mucho estrés porque no tenía mucho tiempo y además se me solapaba todo con un encargo de otra escultura más grande sobre un torero que me habían pedido en Albacete”, destaca con una sonrisa.

Finalmente el resultado a tanto esfuerzo ha merecido la pena. La opinión entre los vecinos ante la nueva obra es muy positiva aunque sólo hay un pequeño pero. “Creo que por lo que pude comprobar el día de la inauguración todos están muy contentos aunque algunos me han hecho saber una pequeña queja: No les ha gustado ver a su querido párroco tan bien peinado porque siempre andaba con su pelo al viento”, bromea.