Era la una y media del medio día y más de uno, junto a la puerta de la iglesia de Sant Carles, comenzaba a mirar de forma angustiosa su reloj. Los culpables, tres. Por un lado el intenso calor, impropio de un 4 de noviembre, por otro el olor a parrilla de carne que traía el viento hasta la puerta del templo desde un restaurante cercano, y por último, el obispo de Eivissa, Vicente Juan Segura, quien prolongó su misa más de lo habitual.

Finalmente y para consuelo de los hambrientos y poco pacientes, a los pocos minutos las campanas avisaron del inicio de la procesión. Inmediatamente después, ante una numerosa fila de vecinos vestidos con sus mejores galas y curiosos con sus máquinas de fotografías, la marcha comenzó su curso precedida por el president del Consell d’Eivissa, Vicent Torres, y el alcalde de Santa Eulària, Vicent Marí. En esta ocasión, desfilaron tres imágenes, la primera, orgullosa, la del patrón de la localidad, y en apenas diez minutos todas ya habían vuelto al templo.

Con ello se dió paso a la demostración de ball pagès bajo la carpa situada junto a la iglesia. En ella una decena de miembros de distintas edades de sa Colla de Sant Carles de Peralta mostraron su habilidad e hicieron las delicias del numeroso público presente. Sin embargo, el que más aplausos se llevó fue el president del Consell d’Eivissa, Vicent Torres, quien tras bailar en Jesús hace unos meses, volvió a demostrar su habilidad como ballador. Fue el broche perfecto para una jornada marcada por un calor impropio del mes de noviembre.