Protagonista hace unos días de un merecido y oportuno homenaje con motivo de las fiestas patronales de Sant Carles, el calamar es uno de los cefalópodos más apreciados en Eivissa y Formentera, de la misma manera que en otros tantos lugares con tradición pesquera.

En las Pitiüses, este venerado fruto del mar es el centro de un buen número de recetas, como pudo verse hace unos días en Peralta, donde triunfaron los tradicionales calamares a la bruta. Pero bien sea cocinado de esta típica manera o simplemente a la plancha o rebozado, el calamar es un ingrediente que siempre es bien recibido por prácticamente cualquier comensal.

Así lo atestigua Federico Podevin Marí, pescadero que atiende en un puesto del mercado de Santa Eulària des Riu desde hace 14 años: “Gusta mucho, a mi me encanta y, además, ahora empieza su mejor época, tanto los de arrastre como los de potera”, afirma.

No es que no haya calamares durante el resto del año, pero “en verano se ven pocos”, según explica. “Quizás se deba a las temperaturas del agua del mar, que ahora ya han descendido bastante respecto al verano, aunque estoy seguro de si este es el motivo o hay otras explicaciones”, apunta Povedin.

El precio, fijado anualmente por las cofradías locales, puede oscilar entre los 18 y los 22 euros el kilo, según el tamaño de la pieza. En un puesto cercano, encontramos unos calamares de entre 50 y 60 centímetros, aunque el pescadero que atiende reconoce abiertamente que “no son de Eivissa”, tal y como indica la correspondiente etiqueta.

Por otra parte, Podevin detalla que este parece que será un buen año para disfrutar tanto del calamar, así como de otras especies marinas: “Es como la sírvia, que hay durante todo el año pero que su mejor época de pesca empieza a principios de octubre. Esta temporada se ha retrasado un poco pero parece que también vendrá más o menos abundante", detalla.

Otros pescados que también son propios de esta época del año son el gerret, cuyas cualidades son muy apreciadas en las Pitiüses y que el año pasado fueron objeto de una feria, o el gató, tradicionalmente utilizado en la elaboración de las coques que llevan su propio nombre. Pescados varios, en definitiva, para disfrutar a pocas semanas de que empiece el invierno.