Ayer a las seis de la mañana falleció Toni el Mahonés, también conocido como Toni de Can Pujol, uno de los rostros más conocidos de todos los mercadillos de Eivissa. Lo hizo a los 69 años de edad y después de luchar intensamente contra un cáncer de pulmón que le atacaba desde hace varios años sin conseguir que hubiera perdido un ápice de la luz de sus ojos ni su eterna sonrisa.

Según confirmó ayer a este periódico Andrea Gadret, la mujer francesa con la que compartió parte de su vida en el Museo Etnografico Es Pujol, situado en una casa de 1783 a la entrada del pueblo de Santa Agnès, Toni llevaba desde septiembre prácticamente sin salir de la vivienda, y fue hace una semana cuando su salud se resintió gravemente y tuvo que ser ingresado en Can Misses.

«Luchó hasta el final, como todo el mundo le conocéis, con una gran sonrisa, con una entereza fuera de lo común y siempre con una palabra de ánimo para todos los que estábamos a su lado», recuerda su viuda. En este sentido, Andrea aseguró que «con su marcha se genera un vacío enorme, no sólo en mi corazón, sino en el de muchos residentes que han compartido tantos momentos con él y a los que enseñó tanto con su generosidad infinita».

No en vano, en cuanto ayer se supo la noticia las redes sociales se inundaron de mensajes de condolencia y lamento por su fallecimiento. Y es que su sonrisa y sus múltiples bromas se convirtieron en algo habitual a lo largo de estos años en los mercadillos de Sant Joan, Forada o Sant Rafel, donde vendía todo tipo de productos de alimentación elaborados con productos recogidos y cultivados por él y por Andrea en la casa de Santa Agnès. Y por supuesto, para el recuerdo quedarán siempre los chupitos de hierbas elaboradas por él mismo que daba o el aceite picante con el que siempre bromeaba a sus amigos y a los turistas que se acercaban a su puesto durante los meses de verano. Descanse en paz Toni.