Metió el último cambio, contó las últimas monedas y al cerrar definitivamente la caja, Pepe Tomás, encargado del bar S’Hort Nou del Hipódromo de Sant Rafel dijo en voz alta y ante un centenar de asistentes: «Recordarme como fui».

Una frase lapidaria y emotiva que sirvió para poner fin a una etapa que comenzó en el año 1995 junto a su inseparable Pepe Grau y en la que ambos consiguieron que este pequeño establecimiento se convirtiera en todo un referente para muchos ibicencos residentes en la zona de Sant Rafel. «Será dificil imaginarnos el bar sin que ninguno de ellos dos estén detrás de la barra sirviendo cafés con una gran sonrisa y siempre con una palabra para animar a todos sus clientes», explicó ayer a este periódico Maribel, una de sus visitantes más fieles.

Han sido veinte años regentando el establecimiento, quince de ellos juntos hasta que Grau se jubiló, y por él han pasado miles de personas de todas las clases sociales y nacionalidades atraídos por el trato cercano y casero y por lo barato de sus precios. «En S’Hort Nou siempre se trataba a todos por igual, de hecho a veces era común ver como en el bar entraban los gatos y las gallinas junto a los clientes, pero si por algo resaltaba este lugar era por tener uno de los cafés mejores y más baratos de la isla», confirmó la misma Maribel.

No en vano, durante estas dos décadas, desde las 06.00 a las 11.00 horas de la mañana, los dos Pepes eran capaces de servir de forma ininterrumpida unos 250 cafés diarios. Casi Nada. Y todo con un precio inimaginable a día de hoy en otros establecimientos de nuestra isla. «Cuando abrieron en 1995 tomarse un café costaba 100 pesetas y el último día antes de cerrar sólo un euro», confirmaron muchos de sus clientes.

Botellas en la barra

Sin embargo, esto no será lo único que echarán de menos sus visitantes más habituales. Muchos también recuerdan el peculiar y al mismo tiempo eficaz método que tenía Pepe Tomás de gestionar las consumiciones de sus clientes. «Era sencillamente increíble, tenía todas las botellas encima de la barra para que cada uno se fuera sirviendo lo que quisiera sin límite, y aunque pareciera imposible, a Pepe nunca se le pasó ni una consumición porque siempre se acordaba y te cobraba lo que habías tomado», explicó con una gran sonrisa Maribel.

Una situación que se volvió a repetir como tantas y tantas veces el viernes, cuando cientos de personas acudieron a despedir a Pepe Tomás. Hubo copas, bunyols, cocas, risas, recuerdos y alguna que otra lagrimilla. «Pepe siempre dice que seguiría al pie del cañón hasta que el cuerpo le aguante pero después de tanto tiempo y tanto esfuerzo también tiene derecho a tomarse un descanso, jubilarse y disfrutar de la vida», comentaron algunos presentes que, sin embargo, «echarán de menos S’Hort Nou porque ya no quedan bares tan auténticos en Eivissa».