Sant Vicent brilla pese al mal tiempo | David Setbetes / Renato Steinmeyer

A Dios rogando y al cielo mirando. Así, como el refrán, vivieron el día grande de Sant Vicent de sa Cala el centenar de vecinos y curiosos que se acercaron hasta la iglesia del siglo XIX situada antes de llegar al pueblo para disfrutar de su fiesta más importante. Y es que afortunadamente y en contra de lo que indicaba el día cuando amaneció, la lluvia se apiadó de todos y a pesar de que hubo momentos de fuerte viento a muchos de los presentes les sobró hasta la chaqueta.

Así, todo discurrió con normalidad sin que se viera afectada la misa, la procesión, el ball pagès y el reparto de orelletes, bunyols y vi pagès para todos.

Por un lado, la homilía, que se celebró ante un templo lleno hasta la bandera, incluyendo la presencia del presidente del Consell d’Eivissa, Vicent Torres, y al alcalde de Sant Joan, Antoni Marí Marí, Carraca, se prolongó durante algo más de una hora y media. Después, se celebró la pequeña procesión, con cinco imágenes, en las que llamó la atención ver al senador del Partido Popular y también concejal del Ayuntamiento de Sant Joan, Santi Marí, portar una de ellas. Acto seguido, llegó uno de los momentos más aplaudidos de la jornada con permiso de la salida de los bunyols y las orelletes a las 13.30 horas, la exhibición de ball pagès a cargo de una decena de miembros de sa Colla de Labritja. La evolución de els balladors al ritmo que marcaba la flaüta y el tambor del sonador, fue inmortalizada por decenas de teléfonos móviles portados por personas de todas las edades, algunas de ellas muy emocionadas ante lo que estaban viendo y grabando.

Estudiantes franceses

De ellos, los más activos fueron una veintena de estudiantes franceses de entre 16 y 17 años procedentes de un instituto de Surat, una localidad del sur de este país, que están en la isla pasando unos días de intercambio junto a otros estudiantes de 3º de ESO del Instituto de Sant Agustí. «Está siendo muy bonito sobre todo porque no nos imaginábamos que Eivissa podría tener estas cosas», confesó a este periódico Adrien, uno de los estudiantes más activos con el teléfono móvil.

Sin embargo, para unos y otros lo mejor estaba por llegar. Fue en el momento en el que se repartieron els bunyols y els orelletes y sobre todo el vi pagès. Para la mayoría era la primera vez que probaban estos dulces y esto se notó en la cara de placer al degustarlos, pero nada comparable al momento de beber en porrón el vi pagès. Ninguno fue capaz de hacerlo sin mancharse, con lo que los más valientes se llevaron un buen recuerdo a sus casas del día grande de Sant Vicent de sa Cala.