Son las once de la mañana del 4 de mayo y en Talamanca parece que la vida se hubiera detenido sino fuera por los camiones que sacan material de la obra de un hotel cercano. Una sensación de pausa y relax que se acentúa cuando cruzamos la entrada del parque Celestino Sánchez, donde nos espera nuestra aspirante a Sardina Negra de esta semana, la diputada y secretaria general adjunta del grupo parlamentario socialista, Sofía Hernanz.

Nos ha citado aquí porque es el lugar donde ha pasado «media vida» jugando con su hija Isabel y charlando con los vecinos, y a los pocos minutos, esta mujer, «enamorada de la política y del derecho», nos demuestra que va sobrada de sentido del humor. Vestida con jersey rojo, pantalón vaquero, zapatillas deportivas blancas y un colgante en forma de corazón, no tiene reparo en subirse a todos los columpios ante el objetivo de nuestra fotógrafa, Arguiñe Escandón. Incluso, entre broma y broma, se lanza por el tobogán con su diploma de Sardinas Negras.

Cercana y simpática, la charla con ella se prolonga durante más de una hora y nos permite descubrir el otro lado de una de las mujeres que más trabajó para que Pedro Sánchez fuera Secretario General de su partido, y cientos de anécdotas de estos cuatro meses de legislatura.

—Sabe que nació en el mismo año, 1970, que José Vicente Marí Bosó, también diputado del Partido Popular. ¿Qué mas les une?

—(risas) Bueno, fuimos juntos al instituto Santa María, donde ya nos enfrentábamos dialécticamente en los debates de las clases de filosofía. Ya desde entonces cada uno iba definiendo sus ideas políticas. También es cierto que me unen con él muchas otras cosas porque somos de la misma generación.

—¿Se ven mucho en el Congreso?

—Pues hemos convivido poco porque hacemos circuitos diferentes y tenemos actividades distintas. Eso sí, mantenemos una relación muy cordial.

—También tienen en común el haber formado parte de la legislatura más corta de nuestra democracia. ¿Tienen sensación de fracaso como políticos?

—Tal vez, pero por los menos el Partido Socialista ha hecho todo lo posible por formar gobierno. Lo hemos intentado con todas nuestras fuerzas.

—¿Y dónde ha estado el problema? ¿Hay tantas diferencias o es simple postureo?

—Puede que el problema sea que, debido a la situación social tan complicada, la sociedad española se ha polarizado mucho y han surgido nuevos partidos emergentes con ideas muy distintas de hacer política y que, sobre todo, como es el caso de Podemos no han hecho nada por crear un gobierno de cambio.

—Pero ustedes siempre se han negado a pactar con el PP...

—Por supuesto. No creemos en la forma en la que ha conducido a este país. Además, no queremos saber nada de un partido lleno de corrupción.

—¿Y con Ciudadanos?

—Hubo más sintonía. Somos muy diferentes pero a base de reuniones y muchas horas de negociaciones, unos cedimos y otros también. Ese es el espíritu. Luego lo malo fue que Ciudadanos no quería saber nada de Podemos y viceversa, así que dígame usted. Y eso que cuando hicieron juntos el programa Salvados de Jordi Évole parecía que se iba a coaligar allí mismo...

—Visto desde fuera, parece que Podemos nunca quiso negociar...

—Pues sí. Son la formación política que más me ha decepcionado. Me ha parecido mucho postureo y pocas nueces. Imaginese la cara de Pedro Sánchez cuando salió de reunirse con el rey Felipe VI y cuando iba en el coche de un compañero escuchó por la radio que Pablo Iglesias ya se había pedido cargos, ministerios y hasta el CNI. Alucinó, pero sobre todo entendió que iba a ser casi imposible.

—Usted que lo ha vivido de cerca. ¿Es cierto que Podemos está tan pendiente de los medios de comunicación como parece?

—(risas) No se lo puede ni imaginar. Yo me siento al lado de Pablo Iglesias, Íñigo Errejón e Irene Montero y he visto como tienen todo medido hasta el mínimo detalle. Momentos como el niño de Bescansa o el beso de Domenech no son casuales sino que están perfectamente estudiados pensando en los medios y los fotógrafos. Es una pena porque creo que la política es algo más serio que todo eso.

—¿Y usted? Porque ahora, al estar tan cerca de Pedro Sánchez sale mucho en la televisión...

—(risas) Quita quita. A veces pasamos más de diez horas en un pleno, siguiendo lo que dicen unos y otros, como para además estar pendiente de la cámara y de si te cogen con el lado bueno.

—¿Y a su hija? ¿Le gusta verla en la televisión?

—Pues no mucho. Incluso, a sus nueve años, una edad en la que está para comérsela me pide que salga menos en la televisión (risas). Incluso, el otro día, cuando se supo que las elecciones serían el 26 de junio estaba indignada porque coincide con su espectáculo de la escuela de baile Capricorn. Le faltó poco para pedirme que llamara al rey para que lo cambiara (risas)

—Viendo tan cerca a los dirigentes de Podemos, me imagino que tendrá mil anécdotas...

—(risas) Casi para escribir un libro. Por ejemplo, en pleno debate de investidura de Pedro Sánchez un conocido representante de Podemos me miró muy sorprendido, me preguntó quien era y que hacía allí con ellos. Cuando le dije quien era y que representaba a Eivissa, literalmente, alucinó. Lo repitió varias veces porque no se lo creía. No daba crédito de que una «don nadie de una isla tan pequeña» estuviera allí. Casi estuvo a punto de levantar la mano y pedir a Pedro Sánchez que parara el discurso y me echara de allí (risas)

—Hablando de Pedro Sánchez. Hay quien dice que el Secretario General le debe muchísimo...

—No es verdad. Al revés, creo que todos los españoles, simpatizantes y miembros del partido le debemos el gran esfuerzo que está haciendo contra viento y marea.

—Pero lo cierto es que usted fue fundamental en su elección. ¿Lo suyo fue un amor a primera vista?

—(risas) Amor a primera vista lo de mi marido, al que también conocí en política. Con Pedro fue un descubrimiento casi de la nada. Todavía recuerdo como si fuera ayer cuando le conocí cuando él sustituyó a Cristina Narbona dentro de la Comisión por el Estudio del Cambio Climático. Enseguida vi en él a alguien que podía liderar el cambio que necesitaba el partido.

—No eran tiempos fáciles para el PSOE. Rubalcaba había ganado las primarias, Chacón y Madina querían su puesto... ¿No hay que estar loco para apostar por un desconocido?

—(risas) Puede ser. Pero desde el primer momento creí en él. Recuerdo que se lo dije a mi marido y él me animó a decírselo a Pedro y un día tomando un café en el Congreso se lo solté. Imagínate, se quedó alucinado, pero luego nos dimos cuenta que le apoyaba más gente y la cosa fue creciendo.

—¿Es cierto que usted es de las personas que más le conoce?

—No se si tanto, pero si es cierto que hemos pasado mucho tiempo juntos, sobre todo al principio cuando recorrimos toda España casi sin un duro para que le conocieran. Dormimos en coches y vivimos mil aventuras.

—¿Ha cambiado mucho? Ahora tiene más canas, como los entrenadores de fútbol...

—(risas) Eso sí, pero tenga en cuenta que ha hecho grandes esfuerzos, sobre todo en los últimos cuatro meses cuando nadie creía en él. No se de donde saca tanta fuerza para no caer rendido. Eso sí, lo que no ha cambiado es su sonrisa y su positivismo , como cuando cogimos un pasaje barato de tren, en el que había una cama donde no cabía y dijo, no os preocupéis, aprovecharé para trabajar. Siempre es súper optimista.

—Aún así no parece que cale demasiado en los votantes. Ha logrado los peores resultados del PSOE en toda su historia.

—Es cierto pero esas cifras hay que verlas con perspectiva, ya que hasta estas últimas elecciones nunca había habido un voto tan repartido.

—Y ya la última ¿Volverá a ejercer de abogada?

—(risas) Espero que aún me quede trayectoria como política pero sí, no me importaría. Recuperaría mi plaza en el Ayuntamiento de Eivissa y si no, me gustaría volver a ejercer de abogada penalista.

—Me han dicho que lo de usted es vocacional.

—(risas) Sí. Cuando estaba en 3º de EGB ya les decía a mis profesoras que quería ser abogada. Luego estudie Derecho y ejercí con Ascensión Joaniquet y fueron momentos geniales. Sin embargo, una llamada de Xicu Tarres en 1995 para formar parte de su gobierno en el Ayuntamiento de Eivissa lo cambió todo. Y hasta hoy.

PEQUEÑA BIOGRAFÍA*

Sofía Hernanz Costa, nació en Eivissa el 21 de Junio de 1970. Casada, con una hija de nueve años, es licenciada en Derecho por la UIB.

Su primer trabajo fue como auxiliar administrativa de Iberia en 1991 y luego ejerció de abogada en el despacho de Ascensión Joaniquet, donde conoció a la también socialista Pilar Costa.

Su trayectoria política comenzó en 1999, como concejal en el Ayuntamiento de Eivissa. En 2003 es nombrada consellera en el Consell d’Eivissa y Formentera y diputada autonómica por Eivissa en el Parlament de les Illes Balears.

Tras un breve paréntesis en el que volvió a ser abogada en el despacho Gerhard Thedens, en 2005 se convierte en funcionaria de carrera de la plaza de Letrada del Ayuntamiento de Eivissa, en 2008 en delegada del IBAVI en Eivissa y en 2011 en directora Insular de la Administración General del Estado de las Pitiüses. Finalmente, en 2015 es elegida diputada del Congreso por el PSIB y actualmente es la secretaria general adjunta del grupo parlamentario.

EL TEST

Un libro

La casa de los espíritus de Isabel Allende, Cien años de soledad de Gabriel García Márquez, y La isla de Alice de Daniel Sánchez Arevalo, que me ha encantado recientemente

Una película

El hijo de la novia, la puedo ver y llorar ocho mil veces

Una serie

Damage

Un grupo o un cantante

Scott Bradley Postmodern

Un color

Rojo

Un plato de cocina

La pasta

Un deporte

Cuando puedo hago Pilates

Un lugar de la isla donde perderse

Talamanca

Un viaje que nunca olvidará

Un crucero que hice con toda mi familia

Una manía

Dicen que soy muy maniática

Un defecto

Mucho carácter, a veces mi lengua va más rápido que mi cabeza y luego me arrepiento

Una virtud

Deberían decirlas otros

Un sueño por cumplir

Ver a mi familia sana y feliz

Alguien a quien admire

A las mujeres anónimas que luchas incansablemente por salir adelante con todo lo que tienen por delante

LA PREGUNTA

-¿Cómo era Sofía Hernanz de pequeña?

- Pues una niña normal aunque siempre tuve una relación muy curiosa con los colegios y los institutos a los que fui. Cuando estaba en 7º de EGB en Sa Graduada, en el colegio se abrió un gran boquete que hizo que nos tuvieran que llevar al Instituto Sa Blanca Dona a terminar el bachillerato por la tarde. Después, fui al Instituto Santa María y cuando estaba en 2º de BUP éste también tuvo un problema estructural y nos volvieron a llevar al Blanca Dona por la tarde. Llegue a pensar que era gafe, así que cuando llegue a la Universitat de les Illes Balears recuerdo que pensé “¿éste también se va a caer?”.