«La feria Eivissa Medieval se ha convertido en un gran centro comercial medieval». Esta era la reflexión más repetida entre muchos de los residentes que acudieron ayer a disfrutar de la última jornada de esta edición viendo los 172 puestos diseminados por las distintas zonas.

Una sensación que, sin embargo, no hizo disminuir la gran afluencia de público que suele ser habitual año tras año. La mayoría de ellos, como los ingleses Mathew y Julia, eran turistas «gratamente» sorprendidos con lo que veían y con la idea de que Eivissa, «conocida por sus discotecas y su desfase pudiera tener feria medieval y hasta una zona Patrimonio de la Humanidad».

Sin embargo, también hubo quienes se mostraron críticos con la edición de este año. Más allá de las quejas, ya clásicas, sobre los altos precios de los puestos, sobre todo de comida, los comentarios negativos se centraron en la gran cantidad de paradas «que no tienen nada que ver con el medievo», y en «la falta de representaciones» por las calles. Por ejemplo, Cristina, una mujer de Oviedo que está de vacaciones en la isla junto a su marido Antonio y su hermana y su cuñado, Miguela y Justino, no le acababa de «cuadrar» que en una feria como ésta hubiera «puestos tan poco medievales como uno de manteles antimanchas, unos pergaminos con escudos de fútbol o jabones de distintos olores». Lo mismo que Sonia y Laura, dos amigas de Valladolid, que no habían comprado nada «porque hay cosas más originales y más baratas en los mercadillos de la isla de Eivissa».

Críticas a los animales

También hubo críticas a la presencia de animales en la feria. Aunque muchos de los visitantes no habían oído hablar de la búfala que fue retirada por el Ayuntamiento de Eivissa a la mayoría no les gustó el ver dromedarios y burros paseando niños por las calles de la feria. «Entiendo que es una atracción muy divertida para los niños pero creo que se debería apostar por otras cosas que no fueran el tener que traer animales, que además, a saber como llegan a Eivissa», explicó Miquel Ángel, un residente de Sant Llorenç que acudía a la feria con su familia, su novia Claudia y sus niños Pau y Oriol.

A pesar de todo ello, el resultado de la una nueva edición de la feria Eivissa Medieval fue positivo. Eso sí, muchas voces piden algunas mejoras como Antoni, vecino de Vila. «Vengo todos los años, sobre todo porque a mis hijos les encanta, pero creo que tendrían que mejorar muchas cosas para que esta feria no sólo sea un gran centro comercial medieval».