Cava de Llano, ayer a la puerta de su nuevo despacho.

María Luisa Cava de Llano inició ayer su andadura como Defensora del Pueblo en sustitución de Enrique Múgica, una situación provisional hasta que los partidos políticos acuerden quién será el nuevo titular. Mientras tanto, Cava de Llano se confiesa «enamorada» de su trabajo y asegura: «como a cualquier abogada que le gusta la política tenía dos sueños, pero, si tengo que elegir, ser Defensora del Pueblo me gusta más que ser ministra de Justicia».
Tras pasar por diferentes administraciones a propuesta del PP, la sustituta del veterano Enrique Múgica reconoce sentir aún interés por la política pero que cada vez se siente más atraíado por un cargo situado fuera de la lucha partidista. «Cada cual viene de donde viene, pero he compartido 10 años con dos destacados militantes socialistas y nuestro trabajo siempre se ha enfocado a la defensa de los derechos humanos. Eso me gusta. Llega un momento en la vida en que se le da importancia a las cosas que realmente la tienen y ayudar a la gente más vulnerable me da una inmensa tranquilidad de espíritu», declaró ayer.
Buena respuesta
Aunque las resoluciones de su departamento no son de aplicación obligatoria por las administraciones, Cava de Llano reconoce que siempre ha tenido buena respuesta por parte de los políticos y responsables de las entidades, una muestra del respeto que se tiene por su institución.
«A veces la gente me comenta cosas por la calle, cojo el teléfono y llamo a un ministro, a un director general o a un presidente autonómico, le digo 'oye, me ha pasado esto' y en cinco minutos se arreglan las cosas», confiesa.
Eso no quita que haya momentos en que se sienta «frustrada» al ver cómo no se aplican las resoluciones o recomendaciones que formula la Oficina del Defensor del Pueblo.
«No es habitual pero eso siempre pasa en todos los aspectos de la vida; no se puede conseguir todo, pero al menos sabemos que tenemos una autoridad moral y que somos una de las instituciones más queridas por los ciudadanos», explica.
El acceso al nuevo cargo supondrá tener menos vacaciones («estoy a una hora de Eivissa y con internet, la firma electrónica y los móviles, seguro que puedo escaparme») y más trabajo al tener que compaginarlo con su ocupación como adjunta.
«Los temas de Defensora los veré en el impresionante despacho de la planta noble y los de la adjunta en el que llevo ocupando estos años; soy una calamidad y así evito que se me mezclen los papeles», revela. «Además, me vendrá bien para hacer ejercicio», concluye.