Los tres acusados, dos de ellos presos, comparecieron ayer ante la Audiencia Provincial para ser juzgados. | Arguiñe Escandón

«En esa época yo bebía hasta dos botellas al día. Sólo puedo pedir perdón y esperar que todos mis bienes vayan a mis hijos, a los que quiero al igual que a mi mujer». Así se expresó ayer ante la Audiencia Provincial José Juan Serra Navarro, el vecino de Vila de 52 años procesado por abusar de sus cinco hijos en actos consentidos por la madre de los pequeños y en los que previamente incurrió el francés Pierre Marie Olivier Santerre, de 55 años y amigo de la familia.
Todos ellos, ante el tribunal que se desplazó ayer a Eivissa para juzgarlos, reconocieron en su práctica totalidad los hechos que se les imputaban. Su confesión permitió que se llegara a una sentencia de conformidad por la que se impondrán 24 años y 8 meses de cárcel para el cabeza de familia y 9 para Olivier Santerre. Éste último también aseguró que los abusos que cometió los perpetró cuando estaba «muy borracho».
La madre de los niños ha resultado la más beneficiada. El tribunal tendrá en cuenta el grave trastorno de la personalidad que padece y que, según el escrito fiscal, también fue víctima por parte de su marido de situaciones humillantes y agresiones. Su causa se resolverá con una condena de un año y diez meses de prisión y sendas multas. Todos los acusados, además, deberán hacer frente a diversas cantidades, que en su conjunto suman cifras comprendidas entre los 100.000 y los 200.000 euros, como indemnización por los hechos de los que fueron víctimas los hijos.
La investigación judicial se inició después de que la mayor de las afectadas, entonces de 18 años, se decidiera en 2008 a presentar una denuncia tras ser golpeada por su padre.
Según se recoge en el escrito fiscal, la pesadilla para los menores comenzó en 1989 cuando Pierre Marie Olivier, aprovechándose de la confianza que le brindaba la familia y quien, al parecer, le decía a sus víctimas que él era «Dios», abusó de tres de los niños, que entonces contaba con 9, 7 y 6 años. Tres años después, en 1992, José Juan Serra echó de su casa a su amigo francés y tomó la iniciativa de nuevas agresiones a sus hijos. Todo ello, después de contarles que era la forma de «curarles» de los traumas que les hubiera podido ocasionar su antiguo amigo.

Encerrado
Serra Navarro se reconoció ayer autor de seis delitos que le harán permanecer, según le advirtió el presidente del tribunal, encerrado al menos 20 de los casi 25 años a los que es condenado. El acusado llegó a mantener relaciones sexuales completas con una hija cuando ésta cumplió los 18 años convenciéndola de que la iba a curar por lo sucedido, obligando a permanecer a la madre en estos actos y a participar con tocamientos en ellos. Abusos similares sufrieron al menos otros dos hijos de 13 y 11 años, y penetraciones a otra cuando contaba con 14 años lograbndo vencerla «totalmente física y psíquicamente».