Hasta el próximo día 21 estará abierta al público en la sala de exposiciones de 'la Caixa' de Formentera la exposición de pinturas y esculturas que César Ordás (León, 1949) inauguró ayer. Residente en la isla desde hace 35 años, su trayectoria creativa es mucho más corta que la que desarrolló por décadas al frente del chiringo de Anselmo.

Ordás salió de León para estudiar arquitectura, pero descubrió por casualidad Formentera y se quedó. «Me dediqué a la hostelería y a otras cosas, pero cuando me quedé sin el kiosco, una amiga me animó, y desde 2005 estoy haciendo esto», apuntó señalando sus obras. Se reconoce autodidacta y le gusta «trabajar con las manos, y ya se ve; por eso en mis cuadros hay otros elementos, siempre de madera, porque me gusta», señaló asegurando que es un tipo de material noble y agradecido a la hora de trabajarlo, aunque a veces complicado por su dureza y textura. Principalmente, trabaja la sabina, dura, pero que permite unos acabados especiales, lisos, brillantes y pulidos que invitan a tocar las obras con las manos y sentir su interioridad.

A su aire

En cuanto a la pintura, Ordás dijo que la trabaja «con cuerpo y con arenas, para darle una presencia distinta». Lo que se ve, porque en muchos de sus cuadros hay velas o barcas de madera integradas en la obra o, a veces, en el marco, como en una en la que una vieja chalupa marca el ángulo del marco, tal si quisiera salirse de la obra.

Cuando le preguntan cómo definiría su estilo le asalta la risa: «Ni idea, variado, porque no sigo una línea creativa», apuntó el artista, reconociendo que su obra se centra en Formentera, el entorno que ve y vive. Pero, sin embargo, es consciente de que en su pintura sólo se reflejan espacios más o menos amplios y que las personas no dejan de ser, cuando aparecen, una simples figuras apenas vislumbrables. En cambio, en las esculturas si hay personas o animales perfectamente elaborados.