La icónica imagen del faro que corona la isla de sa Conillera, el mayor de los islotes de Ponent, frente a la costa de Sant Antoni. | Arguiñe Escandón

El 19 de noviembre de 1857, el faro construido sobre la isla de sa Conillera, la mayor de los islotes de Ponent, se encendía por primera vez tras dos años de obras dirigidas por el ingeniero mallorquín Emili Pou, ‘padre’ de la mayoría de los faros que iluminan las Pitiusas.

Para llegar a este momento, fueron necesarias unas complicadas obras que se iniciaron el 1 de diciembre de 1855 con la construcción de un camino de unos 400 metros para poder llegar a la cima del cap Blanc, a 60 metros sobre el nivel del mar, donde se erige la torre.

El de sa Conillera fue el segundo que se levantaba en las Pitiusas tras el des Penjats, en es Freus, inaugurado un año antes, y contó en sus inicios una óptica catadióptrica con un alcance de 20 millas.

La arquitectura del edificio es de un diseño singular que consiste en una torre de 16 metros de altura situada en el centro de un edificio con forma circular donde se situaban las viviendas del farero principales y su ayudante, además de las dependencias propias para el servicio técnico de las instalaciones.

Este faro fue destino de numerosos fareros que ejercieron su oficio en esta isla hasta 1971, año en que se automatizó su sistema de iluminación tras la sustitución de la instalación óptico luminosa por otra de gas acetileno.

El faro de sa Conillera inició el siglo XXI envuelto de polémica, a raíz de la intención del Grupo de Empresas Matutes de reconvertir sus instalaciones en un hotel boutique de ocho plazas. El proyecto incluía la reforma del interior de las dependencias del faro y la construcción de una piscina en el antiguo aljibe. Unas obras que, según los promotores del proyecto, no iba a tener ninguna repercusión ambiental.

A pesar de ello, en 2014 el Consell d’Eivissa, presidido por el popular Vicent Serra, aprobó por unanimidad y por vía de urgencia una moción en la que la institución insular mostraba su rechazo a los planes de Matutes, quien finalmente acabó renunciando al proyecto.

En la actualidad, el faro de sa Conillera sigue iluminando el oeste de la isla de Ibiza y su acceso solo está permitido a los técnicos de Autoritat Portuària de Balears (APB) que acuden periódicamente a revisar su funcionamiento y, según señalaron desde APB, no hay de momento ningún proyecto alternativo para este icónico faro.