Can Cosmi fue originalmente una casa particular que construyó el padre de Maria Costa Torres en 1940, cuando ella tenía diez años, con la intención de regalársela a su hija. «Estuvimos viviendo en ella toda la familia (mis padres, mi hermana y yo) durante un tiempo, pero ya cuando me casé, me la quedé yo». De esta manera resume los inicios del lugar Maria, sentada en la terraza de una de las citas ineludibles de turistas y residentes de Eivissa.
«Lo de la tienda se nos ocurrió porque de algo teníamos que vivir y ni a mi marido ni a mí nos gustaba trabajar de pagesos. Como no había ninguna tienda cercana pensamos que podía ser una buena idea. Nos casamos en junio de 1951 y en agosto ya abrimos el comercio».
En los primeros años, en el negocio se ofrecían productos como arroz, azúcar, aceite, garbanzos y alguna fruta de la época. Además vendían sobres, sellos, agujas e hilo. «Muchos artículos venían en sacos de 50 kg. que teníamos que ir a buscar con un carro y una mula a los grandes almacenes de Eivissa, como los de Juanito Funoi».
Maria rememora que también hacían negocio con las pagesas «porque a lo mejor ellas venían a por azúcar o harina y nos vendían huevos, en realidad con ellas lo que hacíamos era un trueque. A veces incluso les teníamos que dar dinero cuando se iban», asegura entre risas.
En la tienda de Can Cosmi también había productos de artesanía. «Se hacía poco dinero y nosotros tuvimos cinco hijos, con lo que nos las tuvimos que ingeniar. Se nos ocurrió hacer manteles de punto canario a mi hija y a mí y cuando veíamos que por las cuestas de la carretera bajaba algún seiscientos nos comenzábamos a preparar para venderlos porque imáginabamos que serían ingleses. Los colgábamos de una cuerda que teníamos en la entrada de la puerta y no fallaba, siempre paraban a compar alguno. Los vendíamos baratos, por 25 o 50 pesetas del momento».

Mantones 'pagesos'
También comerciaban con los pañuelos o mantones de las pagesas que en aquellos años se empezaban a vestir de corto, se querían deshacer de ellos y para los extranjeros eran artículos de auténtico valor.
En la misma tienda ubicaron el bar en el que inicialmente tan sólo ofrecían bebida a los clientes, en su mayoría vecinos del pueblo a los que poco a poco se les fueron sumando los extranjeros, turistas y residentes de la zona.
«Al bar sólo venían los hombres, sobre todo los sábados por la noche o los domingos después de misa a echar unas partidas de cartas. Había un cliente que le gustaba tanto jugar que, en ocasiones y cuando podía, repartía dinero entre los que había en ese momento en las mesas para poder jugar con ellos», recuerda ahora con sorna Maria Costa.
Otro de los recuerdos que se le ha quedado a Maria en la memoria es el del día en que llegaron unos alemanes a la tienda para adquirir todo lo necesario para la limpieza porque habían comprado una casa en la zona. «Yo iba entendiendo alguna cosa y como me iban señalando me resultó fácil. Cuando terminaron con los artículos de limpieza, yo entendí que me preguntaban si había 'putas', y claro indignada pensé que se estaban burlando de mí y les contesté que aquí no había nada de eso. En realidad buscaban mantequilla, butter», explica ahora divertida Maria.
Para hacernos una idea del ritmo de vida de aquella época, Maria nos cuenta que a menudo acudían turistas preguntando por la playa más cercana. Como en Santa Agnès no hay, mi marido les explicaba dónde estaban los acantilados y la mayoría de veces les acompañaba y así se daba un baño de paso. Eso cuando llegaban porque a muchos les daba miedo y no bajaban».
En 1960 Can Cosmi dividió el bar y la tienda en dos locales distintos. Fue el día de Navida en el que casualmente José le tuvo que quitar el petromax a los clientes porque su hijo Toni venía de camino. Toni asegura que le han contado que su padre les dijo a los clientes: «lo siento, les tengo que quitar la luz porque mi hijo viene de camino». Ahora son dos de los hijos pequeños del matrimonio,Toni y Juan, los que se encargan de que al ladito de la iglesia de Santa Agnès las tortillas, las ensaladas y algún elemento que han añadido al menú, conserven el sabor de siempre sin perder ese toque que implica que el paso del tiempo.

Los ingredientes: huevo, patatas, tomate, pimiento, ajo y cebolla
En 1965 comenzaron a llegar los primeros extranjeros que se compraron casas en sa Galera y Cala Gració. Muchos de ellos decidían dar un paseo desde allí hasta Sant Antoni pensando que estaría cerca y cuando llegaban a Santa Agnès se daban cuenta de que estaban desfallecidos, sedientos y hambrientos. Por este motivo acudían a Can Cosmi y le rogaban a Maria que les hiciera algo de comer, porque todavía tenían que volver a casa. Maria revive que, «como huevos y patatas nunca nos faltaban, les hacía una tortilla y una ensalada, lo primero que se me ocurrió. Las llamaban las tortillas de la señora Maria». A partir de entonces estas tortillas se han hecho de las más famosas de la Isla y pese a ello, Maria asegura que no han cambiado la receta.