La Audiencia Provincial ha condenado a ocho años y medio de cárcel a un hombre por abusar de su hija de diez años. El condenado, divorciado de la madre de la menor, manoseó en al menos tres ocasiones a la niña cuando ésta iba a su casa por el régimen de visitas.
Los hechos ocurrieron a partir de las vacaciones de Navidad de 2006. Hasta ese momento, la relación entre la niña y su padre era «muy estrecha». De hecho, la menor manifestó en el juicio que se reía mucho con su padre, con el que jugaba a menudo a «cosquillitas». El acusado, durante el juicio negó los abusos y atribuyó la denuncia a que la menor pudo haber malinterpretado esos juegos físicos.
Tres episodios
Sin embargo, la menor relató que en un momento dado su padre comenzó a hacer cosas que no había hecho antes y narró en el juicio tres episodios de tocamientos y abusos de forma clara.
El Tribunal, la Sección Primera de la Audiencia Provincial, considera que el relato de la menor fue «harto seguro, maduro y nuclearmente coherente» dado que fue ha sido persistente desde que se denunciaron los hechos y que no existe ninguna evidencia de animadversión hacia el padre.
La declaración de la menor fue corroborada por las de los psicólogos y educadores que le trataron y la de su propia madre. Ésta narró en el juicio cómo la niña le contó lo que había ocurrido, si bien primero sólo le narró una parte. La declaración de la menor también estuvo apoyada por un psicólogo forense que avaló su credibilidad. Si bien es cierto que una perito de la defensa afirmó que la niña no había sufrido abusos sexuales. La Sala señala al respecto que este peritaje indica que hubo un momento en el que en los juegos ocurrió «algo más» que hizo que la niña denunciara.
La sentencia tiene en cuenta los tres hechos como un delito continuado e impone ocho años y medio de cárcel, frente a los más de 16 que solicitaba la Fiscalía.