El empresario cría dos tipos de moluscos terrestres en las 700 hectáreas de invernadero. | Irene G.Ruiz

Carlos Saura decidió hace casi tres años dejar la hostelería, sector en el que ha trabajado durante más de 20 años, y montar una granja de caracoles ecológicos en Eivissa: «Necesitaba un cambio de aires, algo diferente y totalmente alternativo a lo que hasta el momento había sido mi profesión, la hostelería. Hace tres años se puso de moda la hueva de caracol y me decanté por este sector».
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Y así fue como introdujo los 100 primeros kilos de caracoles de lo que, en la actualidad, es la primera granja de producción de este animal en Eivissa, Ibicargol. «Ahora estamos recogiendo las crías de los primeros que introdujimos en cautividad hace ya casi tres años; no sé cuántos hay porque es imposible contarlos», puntualiza.
Aunque el cómputo total es complicado, sí que se pueden distinguir los dos tipos de caracoles que viven en los 700 metros de invernadero de su finca. Por un lado, Saura cría los helix aspersa, también conocido como caracol común de jardín o europeo marrón, que completa con los helix pomatia, llamados también caracol de Borgoña o de viña.
A diferencia de otros lugares donde los cambios de clima son más fuertes, en Eivissa estos moluscos se reproduccen constantemente: «Tiene dos ciclos de reproducción marcados en primavera y otoño, pero como en la isla más o menos siempre tenemos temperatura bastante buena, pues no paran de procrear». Y eso es bueno, muy bueno cuando, como Saura, se dispone de una granja de cría. Sin embargo, tanta actividad sexual puede afectar a estos moluscos: «Son animales muy complicados porque al mismo tiempo que son capaces de comer veneno de rata y no morir también pueden verse acusados de estrés por su actividad sexual y esto les puede provocar la muerte».
En cuanto a la alimentación, el mito de la lechuga no es muy beneficioso para estos animales porque les provoca diarrea, según cuenta este granjero ecológico, pero sí que disfrutan comiendo brócoli y acelgas: «El brócoli les encanta. También les doy pienso de maíz, trigo y soja, sin ningún otro tipo de aditivo». Además de cuidar su alimentación, Saura debe defender a sus crías de animales como topos o pájaros, a los que les encanta comer caracoles, y de babosas, que se encargan de quitarles el alimento. «Tengo que hacer un trabajo de prevención casi diario porque a todos los animales les gusta comer caracoles», concluyó.