La maestra Margarita Noguera Ramon, que en la actualidad tiene 83 años, ayer, en el salón de su casa de Sant Agustí.

«Soy la mujer que más hijos ha tenido en Eivissa porque he visto crecer, como mínimo, a cuatro generaciones en Sant Agustí», explica Margarita Noguera Ramón, de 83 años y conocida como 'la mestra de Sant Agustí'. Con gesto afable y mucha ternura, Margarita recuerda dónde empezó a ejercer la docencia: «Tenía 23 años y empecé a ser maestra en Sant Llorenç porque hice una sustitución. De allí pasé a interina en Sant Carles, donde estuve tres años y más tarde en una escuela de campo entre Sant Rafel y Sant Antoni. Más tarde preparé oposiciones y en Eivissa sólo había dos plazas: una en Formentera, que el barquito no me hacía mucha gracia, y otra en Sant Mateu. Una tarde fui allí porque a pesar de ser de Eivissa nunca había visitado el pueblo y no me gustó».
Fue entonces cuando decidió marcharse fuera, a Villalba dels Arcs, un pequeño pueblo de Tarragona del que asegura que no se hubiera ido: «Estuve solamente un curso porque estaba recién casada y mi marido tenía trabajo en la isla. De no haber sido así no hubiera vuelto porque me encantó la gente de Villalba, su comida...era un pueblo semidestruido porque estaba muy cerquita del Ebro y la batalla del mismo nombre hizo estragos allí». Y fue así como Margarita empezó, en el año 59, a ser maestra en Sant Agustí hasta 1991 cuando con 64 años decidió jubilarse: «No estaba cansada porque a mí los niños me encantan. Hoy en día todavía doy clases a un grupo de la tercera edad».
Sobre sus primeros años en Sant Agustí recuerda con cariño las largas conversaciones que tenía con sus alumnas: «Además de darles clase siempre intentaba hablar con ellas de la vida, sobre lo que tenían que hacer para tener una vida mejor que la de sus madres o sus abuelas. En cierta manera se me tildó de revolucionaria porque había días que salíamos al campo a dar la clase para ver las golondrinas y recitar Volverán las oscuras golondrinas de Bécquer, por ejemplo, y esos detalles no gustaban mucho». Margarita asegura que en su época de estudiante lo que más le costó aprender fue música y química: «Música porque no tengo oído y nunca he sabido cantar ni he tenido mano para el solfeo. Y química sé cuatro fórmulas y nada más». Sobre las asignaturas que más le gusta enseñar cuenta que siente debilidad por Lengua y Literatura: «Mis alumnos leían todos los días en clase», puntualiza.
Para aquellos que quieran aventurarse en el mundo de la docencia, Margarita recomienda: «Les tiene que gustar mucho los niños, que tengan vocación, mucha ilusión y ganas de trabajar». Esta maestra, que recibe hoy el premio 8 de març de la asociación Dones Progressistes, asegura que sus niños «eran más tranquilos que los de ahora; más buenos» y asegura no entender a las maestras que se quejan: «Yo en Sant Carles tenía 80 alumnos para mí sola», precisa.