La más joven, Yaiza, tiene 17 años, y la más 'mayor', Cesarina, 21. Ambas acuden todos los días desde el pasado mes de noviembre a la finca es Llaurador de Santa Eulària, donde se encuentran con sus compañeros Sergio, Bea, Víctor, Ismael, Shanon y Manuel y las monitoras Mónica Ferrer y Virginia Chaves, para aprender a cuidar y trabajar el campo, al tiempo que reciben formación académica básica y específica en temas de agricultura.
Dentro del programa Casa d'Oficis es Llaurador II de la escuela municipal de formación de Santa Eulària, los alumnos trabajan en estas tierras el cuidado de los árboles frutales que la primera promoción de alumnos de esta finca plantó hace algo más de un año; el huerto experimental, donde tienen fresones y cebollas, entre otros vegetales; una extensión hortícola más tradicional en la que sólo han plantado patatas; un jardín de plantas aromáticas; dos composteros y un invernadero en el que crían semillas para más tarde plantarlas. «También hacen labores de limpieza de mata baja y pino para mantener lo que empezaron los alumnos de la escuela taller de es Llaurador. Ahora tenemos que empezar a limpiar las ramas y los pinos caídos por el temporal», asegura Mónica Ferrer, monitora de formación específica. Además de aprender a plantar y cuidar el campo este grupo recibe formación básica: «Les ayudamos a que se saquen el graduado escolar. Siempre les decimos que es un requisito básico para acceder a la mayoría de trabajo. Además reciben materias transversales, como talleres sobre sexualidad, violencia de género o informática, por ejemplo», cuenta Virginia Chaves, directora de la Casa d'Oficis.
Muchos de ellos, como Ismael, decidieron formar parte de este proyecto para ampliar sus salidas profesionales: «Es muy difícil conseguir trabajo. Me comentaron que existía este programa y no lo dudé porque pensé que era una oportunidad para empezar de cero y aprender una profesión. La única experiencia que tengo trabajando el campo es ayudando a mis padres, que tenían un huerto en la casa de Granada». Aprovechando el día a día, conviviendo y descubriendo el atractivo de estas labores, algunos de ellos ya piensan a qué se quieren dedicar cuando acaben su tarea en esta casa de oficios: «A mi me gustaría trabajar en algo relacionado con actividades forestales, no tanto en jardinería», afirma Ismael.