Los alumnos del colegio Santa Eulària ayer en Cala Salada. | NATALIA SALAZAR

El destino inicial era Cala Bassa pero un cambio en el viento provocó, sin mayor alteración en el programa, que los dos catamaranes de la Setmana del Mar se dirigieran rumbo a Cala Salada. «Antes de desembarcar hay que echar el ancla y fondear el catamarán», explicaba Nuria Jiménez, una de las monitoras, al grupo de los delfines. Mientras, el grupo de los tiburones esperaban que la zodiac fuera a buscarlos para bajar a tierra. A los 18 estudiantes de 5ºB del colegio Santa Eulària, ganadores absolutos del concurso que se convoca para poder participar en este programa educativo, les esperaba su segunda jornada como marineros, tras pasar la noche abordo de las embarcaciones.

«Hicimos como el juego de la oca pero el Joc del Raor», explicó Alejandro Casán, uno de los estudiantes. «También hicimos un trabajo sobre pesca sostenible y artesanal», añadió entonces otra estudiante. «Y también elaboraron una maqueta con las casas de pescadores», quiso añadir la tutora del grupo, Eva Rey, que también les acompaña en esta aventura didáctica relacionada con el mundo del mar.

Una vez en tierra, los 18 alumnos, además de disfrutar de un pequeño recreo, pudieron ver como se hacía una brújula solar. «Esta os sirve por si os perdéis alguna vez en el campo y no tenéis una», explicaba Jiménez, para captar la atención de los inquietos marineros. La actividad más destacada de la jornada fue el taller de arena, que consistió en coger muestras de restos de animales o vegetales marinos para su posterior identificación. Una de las alumnas se encargó de leer y explicar a sus compañeros las normas de la actividad. «No coger animales vivos. ¿Habéis entendido esta norma?», incidió Nuria Jiménez, debido a anteriores experiencias durante sus 10 años en el equipo de la Setmana del Mar. Manos a la obra, una vez explicada la actividad, todos los alumnos peinaron la orilla de Cala Salada para recoger sus muestras. «Mira, he encontrado una pluma», decía uno. Mientras, sus compañeros recogían conchas, restos de posidonia y todo aquello que pareciera un resto orgánico. «¡Mirar, mirar! He encontrado un cangrejo», gritaba Mar, muy ilusionada. Algunos compañeros, haciendo un corro, preguntaban, «¿Está vivo?». Ante la tranquilizadora respuesta negativa, Anouschka Bañón, otra de las monitoras, les explicó que se trataba de un ejemplar hembra.

El día anterior, primera jornada de esta semana de actividades, 'tiburones' y 'delfines' pasaron la noche abordo de las embarcaciones. «También, estuvimos en sa Conillera, visitamos el faro y allí una bióloga les explicó muchas cosas sobre las aves», comentó Jiménez. Además, timonearon, estuvieron en un taller con Alex Boix sobre submarinismo y, tras la cena, realizaron una actividad sobre astronomía. Ahora pueden identificar la Osa Mayor y conocen las fases lunares, entre otras muchas cosas.

El viernes concluye la decimoquinta edición de este programa educativo por el que han pasado en 10 semanas más de 200 estudiantes.