La orquesta, durante la actuación. | Carles Domènec

Abrazos entre los componentes de la Orquestra de Joves Intèrprets dels Països Catalans (OJIPC) al terminar su actuación en el Palau de la Música Catalana de Barcelona. Alguno regresaba a los camerinos con alguna lágrima en los ojos, en un intento de descargar la emoción y la tensión de una noche muy importante, después de 12 días de intensos ensayos de ocho horas diarias.
El público en pie fue correspondido por la OJIPC en su quinto aniversario con aplausos recíprocos. Detrás de la joven orquesta, nacida en Mallorca de la iniciativa de Magdalena González, el coro Ametsa Gazte de Irún y el Cor Jove de l'Orfeó Català se unían al encuentro en la Misa de Gloria, de Giacomo Puccini. Antes habían sonado Tres danses valencianes, de Amand Blanquer; Canigó, de Jaume Pahissa, y Mallorca, de Baltasar Samper.
«Tocar en el Palau es un sueño para el que te preparas durante mucho tiempo», comentó Joan Pep Coll (Lloseta), contrabajo, que empezó en la orquesta en 2004. Maria Victòria Sabater (Palma), violín, añadió que «estos encuentros permiten que te ilusiones de nuevo». Júlia Camps (Maó), violín, aseguró que «somos conscientes de que difícilmente tocaremos de nuevo estas piezas con otra orquesta». Por su parte, Dario Rodríguez (Eivissa), trompeta, declaró que «ha sido una gran oportunidad para tocar con una orquesta importante con un director como Salvador Brotons».