Un momento de la lectura de poemas de Miguel Hernández que tuvo lugar en el cementerio formenterense. | Guillermo Romaní

En Formentera se siguen recordando los horrores de la Guerra Civil, la usurpación bélica del poder democráticamente establecido, por un grupo golpista que posteriormente legitimó el horror de su conducta y de sus comportamientos dictatoriales.
Coincidiendo con el centenario del nacimiento del poeta Miguel Hernández, en el cementerio de Formentera, donde hay una fosa en la que están los restos de la mayoría de los 58 fallecidos en el campo de prisioneros de la Savina, se leyeron ayer poemas de quien fallecido en una prisión franquista tres años después de acabar la Guerra Civil.
Posteriormente, en el solar de lo que fue la colonia penitenciaria de la Savina, el historiador Artur Parrón señaló, en una emotiva llamada a la conciencia intergeneracional, que «en el campo de prisioneros de Formentera malvivieron, sufrieron, lloraron y gritaron cientos de presos encerrados simplemente por el hecho de defender un régimen democrático».
Tras indicar que la República había optado por la defensa de la justicia, la educación para todos, la igualdad de las mujeres y el sufragio universal, entre otros conceptos básicos, Parrón recordó que actualmente «asistimos a una auténtica ofensiva para deslegitimar aquellos ideales y para enterrar de forma definitiva la memoria de aquel proyecto».
En este sentido, Parrón aprovechó para criticar las medidas emprendidas contra el juez Baltasar Garzón por investigar los crímenes del franquismo. «Ahora es el mismo juez el acusado por aquellos que no creen en la justicia ni en la democracia», sentenció.
Por eso, en el acto de homenaje de ayer en el campo de las víctimas de Formentera, Parrón resaltó que «vivimos en la paradoja de un sistema judicial puesto contra las cuerdas por un partido no demócrata, precisamente el partido responsable de la represión indiscriminada y genocida que llegó después de la guerra».