Un total de 103 personas, la mayoría ciudadanos holandeses, murieron al estrellarse el avión en el que viajaban, de la aerolínea libia Afriqiyah Airways, ayer por la mañana en el aeropuerto de Trípoli. Entre los pasajeros y tripulantes del avión siniestrado, sólo sobrevivió un niño holandés.
El Airbus A330-200, que se encontraba en servicio desde el pasado septiembre, realizaba un vuelo desde Johannesburgo a la capital líbia cuando se estrelló a poca distancia de la pista de aterrizaje sobre las 6.00 hora local -que coincide con la hora peninsular española-, indicaron la aerolínea y el fabricante del avión.
El primer ministro holandés, Jan Peter Balkenende, dijo que en el avión viajaban unos 60 pasajeros holandeses. Las autoridades libias indicaron que 22 víctimas son libias.
«Todo el mundo está muerto, excepto un niño», dijo el ministro de Transporte libio, Mohamed Zidan, en una rueda de prensa en el aeropuerto de Trípoli. En el avión viajaban 93 pasajeros y 11 tripulantes, indicaron las autoridades libias y los responsables de la aerolínea.
El ministro dijo que los investigadores están comprobando qué ocurrió con el vuelo 8U771 de la aerolínea estatal libia Afriqiyah Airways, que nunca ha sufrido ningún accidente desde su establecimiento en 2001, pero descartó un ataque terrorista como causa.
El único superviviente es un niño holandés de 10 años, el cual se encuentra estable y su vida no corre peligro pese a las heridas que ha sufrido, según el ministro. «El niño se encuentra en buenas condiciones y está siendo sometido a revisiones en el hospital», dijo.
Las imágenes de Reuters del lugar del accidente muestran el terreno cubierto con restos del avión y efectos personales de los pasajeros. Sólo la aleta de la cola del avión, decorada con la insignia roja, verde y amarilla de Afriqiyah Airways, quedó prácticamente intacta.