El juez Baltasar Garzón a su salida de la Audiencia Nacional, en una jornada en la que el pleno del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) ha acordado por unanimidad suspenderle cautelarmente. | Efe - Paco Campos

El Consejo General del Poder Judicial suspendió ayer cautelarmente al juez Garzón y dejó en el aire su futuro inmediato, ya que tras obligarle a abandonar la Audiencia ha aplazado la decisión sobre su solicitud de traslado a la Corte Penal Internacional.
La suspensión, acordada por unanimidad por el presidente del CGPJ, Carlos Dívar, y los 17 vocales presentes, es consecuencia de la decisión del magistrado del Supremo Luciano Varela de abrir juicio oral a Garzón por un delito de prevaricación por declararse competente para investigar los crímenes del franquismo.
Nuevos informes
Por la tarde, la Comisión Permanente debía estudiar la solicitud de Garzón de trasladarse durante siete meses a La Haya, pero aplazó su decisión a la espera de recibir nuevos informes con los que pretende saber si tras la suspensión del juez la Fiscalía de la CPI mantiene su oferta laboral y si el puesto de consultor externo conlleva o no inmunidad.
Más rápido fue el CGPJ al notificar la suspensión cautelar -trámite imprescindible para hacerla efectiva-, que llegó a manos de Garzón minutos antes de las 20 horas.
Garzón no pudo contener la emoción antes las muestras de apoyo y de afecto de los funcionarios de su juzgado, del resto de los jueces de Instrucción -y muy especialmente de Santiago Pedraz, Fernando Andreu, Fernando Grande-Marlaska e Ismael Moreno- y de miembros de la Fiscalía.
Las lágrimas asomaron a su rostro cuando -en compañía de su mujer, Rosario Molina- abandonaba el edificio de la Audiencia sobre las 14 horas entre los aplausos, los abrazos y los besos de decenas de personas que se agolpaban a la puerta de la sede judicial, a la que regresó por la tarde para recibir la notificación de su suspensión. Mientras, cientos de personas, convocadas por la Plataforma contra la impunidad del franquismo se concentraban a las puertas de la Audiencia coreando consignas como «Qué vergüenza», «El genocidio no prescribe», «Garzón, amigo, estamos contigo», «Fuera fascistas de la judicatura», «Manos sucias» o «Parece democracia, pero no lo es».