El economista, en su última visita a Eivissa. | Irene G.Ruiz

Durante el transcurso de la entrevista, realizada en la terraza del bar Royalty, en Santa Eulària, uno de los encargados, Vicente, conocido de Francisco Tur, cuelga un cartel con el menú del día justo encima de la mesa en la que se realiza la entrevista. No estaba todo en orden entre el cartel y la pared, por lo que Francisco tuvo que ayudar para que la pizarra luciera los manjares que ofrecía el lugar. ¡Esto es lo que echo de menos de Eivissa cuando estoy en Frankfurt!, exclama Francisco, convencido de que había conseguido hacerse entender.
-¿Cómo acaba un ibicenco trabajando en el Banco Central Europeo (BCE)?
-Cuando acabé mi licenciatura en Informática en Barcelona tuve la oportunidad de hacer una beca en la Comisión Europea, en Bruselas, me apetecía viajar y conocer otros ambientes. Me encantó trabajar en un ambiente internacional. Después me contrataron como consultor durante varios años y luego se creó en Frankfurt el Instituto Monetario Europeo, precursor del BCE, me presenté y obtuve una plaza fija antes de saber si el BCE se iba a establecer o no.

-¿En qué consiste su trabajo exactamente?
-Desde 2006 estoy trabajando en el proyecto de la Zona Única de Pagos en Euro (en inglés se abrevia como SEPA). Realizamos recomendaciones a los bancos con el fin de armonizar los sistemas de pago de los diferentes mercados de la zona euro. Pensamos que en un mercado único las empresas que operan en varios lugares no deberían de lidiar con los distintos estándares que existen en cada país.

-¿Qué le han parecido las medidas de recorte anunciadas por el Gobierno?
-No cabe duda de que hacía falta que se hiciera algo, porque es verdad que tenemos un déficit importante. En este contexto las medidas me parecen adecuadas. Aun así, me preocupa la repercusión que puedan tener, ya que la menor inversión del estado puede afectar a la economía en general y puede que todavía nos cueste más salir de la crisis.

-¿Considera que el euro ha sido bueno para Europa?
-El euro ha sido importantísimo para Europa, un acierto espectacular. Yo soy un europeo convencido. Creo que si no vamos juntos vamos a perder competitividad con otras regiones. El problema es que la moneda tiene que ir acompañada de políticas económicas iguales y eso es lo que está fallando ahora.

-¿Cómo ve la cuestión de la crisis económica desde su posición?
-Creo que los mercados financieros a veces están fuera de control. Pienso que hay que hacer algo contra la especulación, ahora se están tomando medidas en contra de ella y las bolsas las han recibido favorablemente. Yo creo más en la economía real, que sería como la alemana, que no ha vivido de booms económicos, es muy estable, ha generado empleo y ha generado servicios. Creo que la economía alemana es la locomotora eropea.

-¿Qué echa de menos de Eivissa?
-El clima, ir en barco por la zona de Cala Mastella, Sant Carles, Formentera, conocer a todo el mundo cuando uno va por la calle, porque la gente es muy agradable aquí. También la cercanía de las personas. Pienso que se ha construído demasiado y que la Isla se ha masificado, aunque sigue siendo preciosa. Lo que menos me gusta es que me parece un pueblo en medio del mar.

-Su padre, Josep Tur Olmo, es un gran defensor de los campos de golf y de los puertos deportivos, ¿están ustedes de acuerdo?
-No demasiado. No creo que sea algo básico para atraer gente. En mi opinión, si paramos ahora de construir, todavía podemos salvar la Isla. Es cierto que sólo hay un campo de golf en Eivissa, pero yo no veo colas esperando para jugar. Y si los hacen, bien, pero que no construyan alrededor. Si hacen puertos deportivos igual tenemos que sacrificar algunas de las calitas maravillosas que tenemos. Yo estaría en contra de que pusieran un puerto deportivo en el norte de la Isla. Creo que, por ejemplo, es más importante lo del carril-bici.

-¿Qué tiene Alemania?
-A mí me encanta porque me gusta el orden y la seriedad de la gente. Frankfurt no es bonita pero es muy cómoda, con muchos parques, un servicio de transportes muy bueno y una gran oferta cultural. El clima no es del todo malo, tenemos bastante nieve, pero los veranos son bastante calurosos. Lo que menos me gusta, quizás, es que la gente no disfruta tanto la vida como aquí.