Rafael Marí Llacer, de padre ibicenco y madre mallorquina, fue el segundo de seis hermanos que en su juventud decidió emigrar a Argentina a desarrollar diferentes oficios. A su regreso a Eivissa trasladaba pescado en un carro desde Sant Antoni hasta Eivissa. Fue en 1926 cuando comenzó la explotación de la fonda Esmeralda, en Sant Antoni, donde ejercía de cocinero y de panadero, y de una tienda de comestibles.
Poco después, Rafael contrajo matrimonio con Margarita Portas Marí y ambos tuvieron «la feliz idea» de comprar, con el dinero que consiguieron de la venta de la emprendada de Margarita, un terreno de 2.000 metros en la playa de s'Arenal de Sant Antoni rodeado de pinos y de sabinas «con la novedosa y futurista idea de construir un hotel». Así explicaron sus nietos lo más destacado de la trayectoria de Rafael Marí en una biografía que elaboraron con motivo del premio Ramon Llull que le concedieron a su abuelo en 2006 a título póstumo.
El hijo de Rafael Marí, Francisco Marí, nació en la Fonda Esmeralda en 1930 y cuenta que el hotel Ses Savines abrió sus puertas en 1935, con 11 habitaciones, «aunque una era para el cocinero», y seis trabajadores. «Mi padre me contaba que los clientes del otro lado de la playa venían a bañarse aquí, a s'Arenal, porque era una zona virgen todavía y en la que había muchísima arena, de ahí su nombre, y que por eso se les ocurrió la idea de comprar el terreno aquí», explica.
«Mis padres se separaron en 1937 por lo que mi madre se quedó la Fonda Esmeralda y mi padre el hotel Ses Savines. Mi madre llevó la fonda muy bien, fue muy valiente, porque para ser una mujer sola hay que ver todo lo que hizo», recuerda Francisco que al poco tiempo se fue a vivir con su padre y a trabajar a ses Savines. «A esa edad, con 10 años, yo ya estaba sirviendo mesas. Trabajaba en la barra con otra chica que en aquella época cobraba 2.000 pesetas al mes», señala Francisco Marí Portas, Xicu des Savines.
En 1940 se casó el padre de Abel Matutes Juan, el ex Ministro de Asuntos Exteriores, «y vinieron de viaje de novios aquí, a Ses Savines. Yo recuerdo que tenía 10 años que será más o menos la edad que le saque a Abel Matutes. El padre era muy buena persona, entonces trabajaba en la ventanilla del banco», rememora Francisco.
Otra de las cuestiones que le llamaba la atención a Francisco Marí es que acudían muchos militares al hotel, «como el primo hermano de Franco, Francisco Franco Salgado-Araujo, Jaime Milans del Bosch y Ussía y una pareja de almirantes. Franco Salgado fue el secretario de Franco de toda la vida, venía con sus seis hijas, muy guapas todas, y cuando las hijas se casaron siguieron viniendo a Ses Savines».

Bailar pero no tocar
Marí Portas recuerda los bailes que realizaban en el hotel gracias a los permisos que conseguían con facilidad los militares. «Llamábamos a una orquesta muy conocida en Eivissa que se llamaba The Brothers y lo pasábamos estupendamente. Tenían varios instrumentos como la batería, el teclado, la guitarra y la trompeta y tocaban música romántica. Aunque en aquella época no se podía bailar agarrado de las mujeres, a mí una vez me vio la Guardia Civil bailando con una chica y me llamó la atención, me dijeron que yo era muy chulo por hacer esas cosas», ahora se rié Marí de aquello.
En cuanto a los primeros turistas que acudieron a Ses Savines, Marí dice que en su mayoría eran familias españolas y francesas, «y claro, los franceses y las francesas estaban mucho más adelantados que los españoles y las españolas en todos los sentidos, por lo que cuando se juntaban las chicas y los chicos de los dos países, se armaba el lío. Yo por eso pensaba que tardaría mucho tiempo en casarme y al final fui casi de los primeros», comparte.
Entre las anécdotas que permanecen en la memoria de Xicu de Ses Savines, se encuentra la del día en el que acudió en coche con el personal del hotel al puerto de Eivissa, «donde llegaban dos barcos a la semana que venían de Palma o de la Península. Nosotros íbamos con el letrero del hotel a buscar a los clientes y aquel día vineron dos alemanes que llevaban pantalones cortos por las rodillas. Entonces vino la policía secreta y nos dijo que así no podían ir. Yo le expliqué al policía que parecía mentira que les dijeran algo a dos turistas alemanes que venían de Palma. Pues por decir eso me llevaron a la Comisaría y me estuvieron interrogando durante al menos una hora. Me preguntaron todo tipo de tonterías. Sería el año 1950 y mi padre al día siguiente fue a hablar con el Comisario, que era amigo suyo y a veces venía al hotel. Mi padre se enfadó con él, le dijo de todo».
También se acuerda Marí Portas de que, en aquellos años, cuando la policía iba al hotel y encontraba turistas con poca ropa, multaba al hotel por cada clienta que estuviera en la piscina en bikini. «Y en la playa había dos zonas diferenciadas para hombres y mujeres, para que no estuvieran juntos. Eran otros tiempos», reconoce.
Francisco Marí piensa que su padre ganó dinero en aquellos años con el negocio. Ahora son sus hijos los que se ocupan de Ses Savines y continuan con la tradición hotelera familiar. En 1966 Marí Portas abrió el hotel Arenal, en es Regueró. En 1987 sus hijos inauguraron un bloque de apartamentos turísticos junto al hotel Ses Savines.

«Los militares enseguida conseguían su permiso para bailar»
Francisco Marí rememora que, después de la Guerra Civil, en los años 40, era necesario un permiso para poder celebrar bailes, «porque no estaba permitido en la época», asegura. «Había un delegado en Eivissa para conceder los bailes, pero este hombre no los daba nunca, no los permitía».
Sin embargo, los militares que acudían al hotel Ses Savines no tenían ningún problema para recibir esa licencia, señala Francisco. «Llamaban directamente al gobernador de Palma y le solicitaban el permiso para hacer un baile y aún no lo habían pedido, ya tenían a una pareja de la Guardia Civil en el hotel que venía a autorizarlo, porque eso sí, tenía que venir la Guardia Civil en persona para conceder el permiso para que se celebrara la fiesta.
«Entonces los clientes del hotel se quedaban bailando música romántica hasta la una de la madrugada o más y tomaban las bebidas de la época como vino, sangría, Ricard, Pastís y también Frígola. Estaban tan bien allí y se iban la mar de contentos», sonríe Francisco Marí al recordar la celebración de aquellos eventos.