Caricatura de Silverio Marín Jiménez. | Àlex Fito.

Silverio Marín Jiménez (Puebla de Don Fabrique, Granada, 1962) estudió hasta Bachillerato e hizo cursos de animador sociocultural y de tiempo libre, su especialidad y su forma de vida. Lleva en la isla 20 años y desde 1991 es técnico de Juventud del Ayuntamiento de Sant Josep. Apenas puede hablar porque tiene «la voz rota» de tanto chillar en el campamento de Cala Jondal, ahora tiene dos días para recuperarse y retomar su actividad.

-¿De qué le viene el nombre de 'Guisante'?
-Trabajaba con chavales haciendo teatro, psicomotricidad y expresión corporal cuando un día se me ocurrió disfrazarme, un amigo me prestó una peluca verde que conservo y me puse una nariz de payaso verde. Podía haber sido pimiento, o si la nariz hubiera sido violeta, berenjena. Así empecé. A las clases en los colegios voy siempre vestido de color verde.

-¿Le gustarán los guisantes?
-Me encantan. De hecho hay chavales, como el caso de David Ortega, que gana bastantes premios de judo, que no le gustaba la verdura de pequeño y yo le decía que se iba a poner fuerte. Su madre me decía que comía después de todo. A David le llamo 'verduras' cuando me lo encuentro por la calle.

-¿¿Por qué no le gusta que le llamen por su nombre que figura en el DNI?
-No es que no me guste. Hay gente que me llama Silverio, como los amigos. Hay mucha gente que se ha cambiado el nombre como, por ejemplo, la cantante Marisol. Por Guisante me conoce todo el mundo. Hay padres que se sienten cohibidos por llamarme Guisante pero no me molesta.

-¿No ha perdido la paciencia con los niños a la hora de organizar actividades?
-No, no. Cuando me encuentro con ellos por la calle me gusta recordar anécdotas en los campamentos. El chaval que murió hace poco en la carretera de Sant Antoni, Víctor, era un super amigo mío. Venía a campamentos conmigo; recuerdo que era muy nervioso y decía que de mayor quería ser Guisante. He hecho actividades con chavales que les ha pasado como a Víctor, como Jhonatan, Miguel o Diego, y eso es lo que más me toca. Tengo todavía una buena relación con chavales con los que hicimos actividades en clase o en campamentos e, incluso, hijos suyos. Me gusta y creo que es lo que sé hacer. Haciendo otra cosa me vería un poco perdido. Lo que más me interesa es ver cómo están ellos. Son mi termómetro.

-¿Es serio en casa con sus hijos o va de 'Guisante'?
-Tengo dos hijos adolescentes, el mayor va a cumplir los 18 y la chica tiene 15. En casa hay que ser serios, ya no soy Guisante, en casa de herrero, cuchillo de palo. Los padres quieren lo mejor para sus hijos. Intento explicarles las cosas porque no es todo de color rosa.

-¿Cuál es el público más exigente?
-Los niños son bastante agradecidos porque les gusta y se involucran. Las actividades las hago pensando en ellos.

-¿Tiene alma de Peter Pan?
-Eso sí, soy Peter Pan totalmente. Los chavales son muy sanos y, si te tienen que decir algo, te lo van a decir como lo sienten. Las personas mayores tenemos como un filtro al decir las cosas, perdemos espontaneidad, pero los niños te lo sueltan.

-¿Vio la final del Mundial?
-Vimos la final y la semifinal en el campamento de Cala Jondal. Me llevé un equipo de radio por si los chavales querían oír el partido, porque en el campamento no hay antena. Los críos querían verla y uno de ellos ofreció su tele. Un antiguo alumno mío nos instaló la antena. Coincidimos con varios campamentos y nos juntamos más de un centenar de personas.

-¿Trabajaría con adultos?
-Lo hago. En los cursos de monitores de tiempo libre también hay adultos y yo participo. He trabajado con mayores haciendo teatro. De vez en cuando monto alguna película para mayores y responden muy bien, nos reímos.