Joan Costa, ayer en su exposición en el centro s'Alamera de Eivissa.

El centro sociocultural s'Alamera acogió ayer la inauguración de una exposición de fotografías de Joan Costa, titulada Cases d'Eivissa. Pedra, terra i calç, y una de pinturas de Christian J. Page, De formalismo a formación. Patrocinadas por el Consell d'Eivissa, con la colaboración de la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM), ambas muestras estarán abierta al público hasta el próximo día 19 de este mes.

La parte de Costa la forman 52 fotografías en color, resultado de casi dos años de trabajo. «La idea es continuar el proyecto y que acabe siendo libro, pero habrá que ver cómo está el tema de los patrocinadores», precisó el fotógrafo ibicenco sobre un proyecto que nació con su muestra Naltros, sobre gente de la isla. «Y espero continuar con otros temas de Eivissa que me interesan mucho», añadió Costa, a quien le ha resultado «difícil encontrar lo que buscaba», pues el 'progreso' de la isla no ha sido muy respetuoso con la estética tradicional.

En ese sentido, hay diferencias en el material retratado. «Si os fijáis, he encontrado dos tipos de casas, la de los payeses que las mantienen igual que siempre, y luego está la casa ibicenca reformada, pero bien, manteniendo todos los elementos, materiales y la estética tradicional», subrayó.

Relaciones internas

Por su parte, Page cuelga 14 cuadros (11 obras, porque hay un conjunto) realizados entre 2008 y 2009. «Hay parte del proyecto final de carrera y un cuadro que es en lo que estoy trabajando ahora. De aquí el título, De formalismo a formación», señaló el artista ibicenco de madre británica, añadiendo: «Aquí hice el bachiller artístico, luego estudié tres años en la Escuela Massana de Barcelona y ahora me marcho a Berlín a vivir y a seguir pintando».

Preguntado por cómo explicaría en palabras su creación, explicó con aplomo y seguridad: «Mi trabajo es un proceso de necesidad de creación continua transformada en un modo de ver y expresar e interpretar la realidad. Básicamente, son relaciones de cómo me comunico con el exterior, con sus otras relaciones y consigo mismo entre ellas. Por eso hay una relación en los cuadros de diferentes recursos pictóricos (más artificiales, más orgánicos), mezclando un poco el orden, el caos, lo vibrante y lo estático; todos estos conceptos un poco paradójicos, como la vida misma», resumió el joven artista, de tan sólo 23 años, cuya obra («tardo en hacer un cuadro un mes», apuntó) muestra un desarrollo y una elaboración bien articulada y eficaz, combinando elementos casi gestuales con otros de una técnica depurada.