La localidad de Jesús celebró ayer su día grande bajo el intenso sol de mediodía. Desde las 12 horas, eran muchos los que permanecían dentro de la iglesia atentos al discurso del obispo de Eivissa y Formentera, Vicente Juan Segura. Otros, desde fuera, comentaban lo mucho que se alargaba la misa. «No puede ser que sea ya la una y cuarto y que no se haya acabado», decía una mujer abanicándose.

No fue hasta las 13,30 horas cuando las campanas comenzaron a repicar y la banda de música del Cristo de la Agonía puso en funcionamiento sus instrumentos para comenzar con el desfile. Un grupo de pequeños pagesos abría el paso, seguidos por ocho imágenes llevadas por vecinos de la localidad y, para cerrar el desfile, el obispo acompañado por 10 capellanes.

Después de la vuelta de rigor a la iglesia de Jesús, las imágenes se fueron introduciendo poco a poco en el recinto para dar comienzo al ball pagès. Una vez formado el círculo, los balladors salieron al centro para ofrecer su arte ibicenco al público. Entre aplauso y aplauso llegaron las 14 horas. El último baile, formado por cinco parejas, dio lugar a la degustación de productos gastronómicos ibicencos. Este año fueron los bunyols los protagonistas. «Antes se repartían orelletes, pero se vé que ahora ha cambiado al tradición», comentaba un hombre en el momento de coger un vaso de hierbas ibicencas. Una vez todos servidos, se puso fin a la celebración hasta la noche, cuando más actividades tendrían lugar en Jesús.