El primer ministro británico, David Cameron, calificó ayer de «injustificable» la muerte de catorce manifestantes en enero de 1972 por disparos del Ejército británico en Londonderry (Irlanda del Norte) y pidió perdón, «en nombre del Gobierno y del país», por la matanza durante la presentación ante la Cámara de los Comunes de las conclusiones de la investigación sobre el llamado 'Domingo Sangriento' ('Bloody Sunday').
«No se defiende al Ejército británico defendiendo lo indefendible», declaró Cameron durante la presentación de las conclusiones de la investigación de Lord Saville. «No hay ninguna duda, no hay equívocos, no hay ambigüedades, lo que sucedió durante el 'Domingo Sangriento' fue injustificado e injustificable», aseveró. «En nombre del Gobierno y de todo el país, lo siento profundamente», afirmó Cameron.
Sin provocación
El informe indica que todos los manifestantes muertos aquel 30 de enero de 1972 eran inocentes y estaban desarmados, que los primeros disparos procedieron de los soldados del Regimiento de Paracaidistas, que abrieron fuego sin previo aviso y en ningún caso en respuesta a una agresión de los manifestantes, y que algunos de los muertos «estaban huyendo o ayudando a otros». El documento también indica que el actual viceprimer ministro de Irlanda del Norte, Martin McGuinness, estaba presente en el lugar cuando se produjo la masacre y «probablemente armado con una ametralladora», pero no cometió «ningún acto que justificara que ninguno de los soldados abriera fuego».
Los hechos juzgados ocurrieron el 30 de enero de 1972, cuando trece personas murieron y catorce resultaron heridas durante una manifestación no autorizada en defensa de los derechos civiles. Uno de los heridos falleció posteriormente.
Entre los presentes aquel día se encontraban el actual líder del Sinn Fein, Gerry Adams, y el Premio Nobel de la Paz John Hume. Tras la lectura del informe, el propio Adams recordó a «las familias de los muertos y heridos», que «han luchado durante 38 años por la verdad y la justicia», y afirmó que el documento ha situado «las mentiras» del informe Widgery -la primera investigación sobre los incidentes, publicada en 1972- «en el basurero de la historia».