Antonio Banderas, en el momento de ser investido doctor honoris causa. | Joan Juanico

Antonio Banderas recordó ayer h al actor aficionado que fue, el que llegaba vestido de centurión con minifalda a bordo de un «vespino» a las funciones en las ruinas del Teatro Romano de su ciudad, durante su investidura como doctor «honoris causa» por la Universidad de Málaga.

En su discurso, el actor malagueño hizo un recorrido por su carrera en el que ha tenido un especial protagonismo Pedro Almodóvar, y ha rememorado cómo el 3 de agosto de 1980, con 15.000 pesetas en el bolsillo, viajó hasta Madrid, donde «a duras penas» sobrevivió durante un año «sin trabajo, sin ofertas y sin dinero».

La recompensa llegó gracias al director teatral Lluís Pascual, que le ofreció un papel en «La hija del aire» de Calderón de la Barca, pero el momento clave se produciría una tarde en el café Gijón.

Almodóvar

«Llegó un chico medio gordito, un tipo parlanchín, ingenioso y divertido» que le dijo que debería hacer cine porque tenía «una cara muy buena para los dramas románticos», explicó Banderas.

Cuando se marchó, preguntó quién era y alguien le respondió que «un director enloquecido que ha presentado su primera película y que probablemente nunca haga la segunda. Se llama Pedro Almodóvar».

Con el manchego debutó en «Laberinto de pasiones», y así Banderas asistió «al nacimiento artístico de un director que trajo aire fresco al panorama cinematográfico nacional de principios de los 80 y que se cargó las anquilosadas estructuras de este panorama».

El siguiente gran paso fue el salto a los Estados Unidos, cuando le ofrecieron el personaje de Néstor Castillo en la película «Los reyes del mambo» y se puso «a correr dando saltos de alegría».

En «Philadelphia», junto a Tom Hanks, aprendió que «el cine puede y debe ser solidario"; en «Entrevista con el vampiro», de Neil Jordan, pudo «reflexionar sobre la inmortalidad"; en «Desperado», Robert Rodríguez le puso «una pistola en las manos», y en «Evita», con Madonna, trató de «limpiar las lágrimas que los argentinos vertían por Eva Duarte de Perón».

«En 'Two much', mi personaje tenía que decidirse entre dos mujeres para entregarle su corazón, y la elegida (Melanie Griffith) lleva quince años viviendo conmigo», ha afirmado Banderas, que ha calificado como «los días más felices como profesional» en los EEUU los del musical «Nine» en Broadway.

Al ser investido doctor «honoris causa», el actor ha aprovechado para animar a los jóvenes universitarios «a que sueñen sin límites, amen profundamente aquello que hayan decidido hacer y crean en ellos mismos, que hay grandes satisfacciones en la dificultad y que el éxito es un estado íntimo y personal».

Por su parte, la rectora de la Universidad de Málaga, Adelaida de la Calle, ha afirmado que esta institución se suma con el acto de hoy «al reconocimiento académico del cine con mayúsculas, de sus directores, de sus actores y del conjunto de esta industria del arte».

Según De la Calle, una de las «grandezas» del séptimo arte es que «abre sus puertas» y «ofrece comprensión sobre aspectos de la vida que no se encuentran en lo cotidiano», y por ello el espectador se sienta en la butaca «buscando matices distintos de la vida, algo que le conmueva, sensaciones diferentes o admirar la obra de un actor o de un director».