Sabina Fluxà y Alfonso Fierro, a la salida del templo. | Teresa Ayuga

El enlace entre la hija mayor de Miguel Fluxá, presidente de Iberostar, y Alfonso Fierro March, hijo de Alfonso Fierro y Marita March, ayer por la mañana en la basílica de Sant Francesc reunió a gente del mundo empresarial y social.

El novio, Alfonso Fierro, llegó acompañado por su madre, Marita March. Veinte minutos más tarde lo hacía Sabina, radiante y del brazo de su orgulloso padre y  padrino, Miguel Fluxà. La novia lucía un vestido de sencillo diseño con superposición de gasas y cola discreta. El ramo de flores combinó tonos blancos con granates.

Tras la ceremonia, oficiada en mallorquín por Gregorio Mateu, superior del convento de Sant Francesc, los novios se subieron a un Volskwagen escarabajo en el que los amigos habían colgado un letrero en el que se leía ‘recien casados’ y una ristra de latas vacías, y se dirigieron a a la finca Son Antich, donde se celebraría el almuerzo. Lo que no hubo fue lluvia de pétalos de rosas o de arroz a la salida.

La boda despertó expectación entre vecinos y turistas que pasaban por el lugar y que decidieron contemplar cuanto acontecía.

Alrededor de 400 invitados asistieron a la ceremonia, entre los que se encontraba Jaime de Marichalar, ex marido de la infanta Elena. También asistieron los hijos del expresidente Aznar, José María Aznar Botella, con su bella mujer, Mónica Abascal, y Ana Aznar, acompañada por su marido, Alejandro Agag.

Por parte del sector turístico estuvieron Gabriel Escarrer, padre e hijo,y Pablo Piñero, los abogados Juan Buades y José María Mohedano, y los médicos Joan Buades, Fernando Rotger y su esposa, Rosa Regi.

Del mundo empresarial asistieron Miguel Nigorra, así como José Francisco Conrado de Villalonga, Antonio y Lorenzo Fluxá; Alfredo Sáenz, consejero delegado del Banco Santander; Santiago Ybarra, del grupo Vocento; Juan, Carlos y Leonor March Delgado; Bartolomé Company, presidente del grupo Malla, e Iñigo Cotoner, actual marqués de Mondéjar, entre otros.

Las mujeres causaron sensación con sus modelos, la mayoría de corte moderno, acaparando la atención de objetivos y los flashes de los medios de comunicación. Muchas coincidieron, no en el diseño ni en el modelo, sino en el color. Rojos, fucsias y rosados fueron los tonos más comunes.

Aunque, sin lugar a dudas, los tocados y pamelas de toda clase y estilo fueron los grandes protagonistas. Sofisticadas plumas, flores y complicados drapeados lucidos con más o menos gracia por sus dueñas dieron un toque divertido a un evento como este, que reunió a gente de la alta sociedad. Ellos, los hombres, lucieron traje oscuro, y chaqué los testigos.