Los locutores australianos autores de una broma sobre el embarazo de Kate Middleton han ofrecido una entrevista. | Fuente: Current Affair

Dos locutores de radio australianos que realizaron una broma telefónica a un hospital británico donde estaba ingresada la esposa del príncipe Guillermo de Inglaterra, Kate Middleton -quien recientemente anunció su embarazo-, rompieron tres días de silencio para mostrar su angustia tras el suicidio de la enfermera que les contestó.

Los locutores de 2DayFM con sede en Sydney, Mel Greig y Michael Christian, dijeron que la tragedia les había dejado «destrozados, hechos polvo y desconsolados».

Greig y su compañero e ideólogo de la broma Christian llevaban ocultos desde la muerte de la enfermera Jacintha Saldanha y la posterior indignación social que causó su broma.

Greig dijo a la televisión australiana que pensó en la familia de la enfermera cuando supo de la muerte de Saldanha. «Desafortunadamente recuerdo el momento muy bien, porque no he parado de pensar en ello desde que sucedió», dijo, entre lágrimas y con la voz entrecortada por la emoción. «Recuerdo que mi primera pregunta fue: '*Era madre?'».

«Simplemente quería ponerme en contacto con ellos y darles un gran abrazo y decir que lo siento. Espero que estén bien, de verdad. Espero que superen esto», dijo Greig cuando se le preguntó por los dos hijos de Saldanha, quienes llorarán la muerte de su madre junto a su padre Ben Barboza.

Saldanha, de 46 años, fue hallada muerta en unas habitaciones para el personal cerca del hospital King Edward VII de Londres el viernes tras pasar la llamada de broma a un colega que sin darse cuenta reveló detalles del estado de salud de Catalina a los presentadores de 2DayFM.

La grabación de la llamada, repetida muchas veces por la emisora, rápidamente se extendió por Internet y fue publicada en muchos periódicos.

Pero la noticia de la muerte de Saldanha desató una tormenta en Internet, con duros comentarios hacia los locutores en Facebook y Twitter.

El ministro de Comunicaciones de Australia Stephen Conroy trató de desviar los llamamientos a una mayor regulación de los medios, diciendo a periodistas que una investigación en ciernes del regulador independiente australiano debería transcurrir sin interferencia política.