La Olimpiada Pagesa de el Pilar de la Mola es una fiesta de toda Formentera, lleva nueve años de presencia y muchos son los que vienen desde Eivissa, e incluso Mallorca, para asistir a este evento.
No tiene nada de especial o, según como se mire, lo tiene todo: Buen ambiente, fiesta, recuperación de tradiciones, encuentro de personas que tienen poco tiempo para verse ya de alguna manera marca el punto de inflexión que en breve llevará a los ciudadanos a la Semana Santa y a la temporada turística.
Pero la Olimpiada Pagesa es eso y mucho más, hasta los políticos se olvidan por un instante de que lo son y de que representan a un determinado partido y todos comparten cañas y paella.
En la mañana de ayer la moneda de la suerte salió cara y lució un sol radiante que animó al personal a subir a la Mola. Y allí hubo de todo, paseo por la llanura de la Mola, visita al Molí Vell y, para ir preparando estómagos, una buena frita de porc que incitaba los jugos gástricos antes de una proposición nada deshonesta, pero sí muy casera, con la muestra-concurso de vinos payeses y quesos artesanos. Allí compitieron 11 caldos y seis quesos, en reñida disputa, tanto que hubo un triple empate en quesos. Por lo que a vinos se refiere, tuvo que realizarse hasta un desempate. En el fondo a la gente, excepto los viticultores o los 'queseros', a la gente les importaba poco, lo que querían era disfrutar de esos productos y hacerlo en compañía de amigos y enemigos.
Juegos para todos
Y como es normal en una fiesta de largo recorrido, hubo juegos para niños, una misa de campaña con sonada pagesa y gaitas tradicionales, tir amb bassetja con una prueba puntuable para el campeonato de Balears, una brulada de corns en la que hubo 'sopladores' de mucha técnica y capacidad pulmonar, ball pagès, la abertura de la sitja de carbón... y comida. El fondo de paellas estaba preparado para 1400 raciones pero había dudas si se llegaría a tantas raciones.
El final, los juegos para los mayores. Lloviznaba pero no importó ya que muchos estaban semiprotegidos en la arboleda y la gran mayoría en las carpas y toldos que se habían habilitado en previsión de mal tiempo. Y los que se mojaban, al competr, no notaban el agua sino la adrenalina del juego y de la fiesta.
En las pruebas 'olímpicas', la carrera de carretillas y el corre-cuc dieron muestras de la competitividad de los participantes, más jóvenes, mientras que los más maduritos prefirieron disciplinas 'más técnicas' como el juego de las sillas.
Al final, como siempre, solemne apagado del 'pebetero', y todo el mundo a recoger.