Las habitaciones y áreas comunes se convirtieron en boutiques efímeras en muchos casos atendidas por los propios diseñadores, como las jóvenes Marta Morey e Irene Clavijo.
Pero no todo fue moda, pues también había reservados espacios dedicados al cuidado y estilismo personal, como el corner de Llongueras, que contó con la presencia del mismo Toni Llongueras; o a la decoración y gastronomía, como los espacios instalados por Filats y Las Gracias. Una cita con las tendencias que ha vuelto a situar Palma a la altura de las capitales de vanguardia europeas.
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