Telecinco emitió este viernes 4 de febrero la segunda parte de Montealto: regreso a casa. En el programa, Rocío Carrasco se enfrentó a la recreación de la casa en la que vivió durante su infancia y adolescencia. La hija de Rocío Jurado vivió su momento más duro cuando entró en el dormitorio en el que falleció la más grande.

«No quiero que sea una noche triste, quiero que la emoción que sienta, aunque sea de pena, que me haga bien, y creo que puede hacerme bien. Esto es un homenaje por todo lo alto, ella estaba muy orgullosa de esta casa, se la enseñaba a todo el mundo. Yo creo que a la gente que la admira también les gustará», dijo poco antes de dirigirse a él.

Pese al tono distendido del programa, la respiración de Carrasco comenzó a agitarse notablemente desde el momento en el que Jorge Javier Vázquez le hizo saber que entrarían en la habitación. La protagonista de la docuserie tuvo que pensárselo durante unos instantes antes de entrar en el habitáculo, pero finalmente lo hizo con decisión.

Comenzó a comentar con mucho cariño todas las fotos que su madre había repartido por su cuarto, pero también las numerosas representaciones de la virgen y otros símbolos religiosos. Sin embargo, hubo un punto en el que fue incapaz de mirar y donde, además, le indicó a Jorge Javier Vázquez que no se sentara: la cama de su madre.

Paloma García Pelayo, colaboradora en el formato, quiso saber cómo se había sentido la protagonista en tan impactante momento, y esta desveló que para ella había sido como una montaña rusa:

«He tenido una mezcla de emociones. Cuando estaba ahí no quería por nada del mundo que se abriera la puerta, pero luego he pasado a querer, no he querido mirar para allá pero he probado a mirar y me ha dado tranquilidad», explicó, emocionada, sobre la cama. Después, abrió una de las maletas que se llevaron a Houston con las pertenencias de su madre, aunque volvió a echar el freno al emocionarse: «La voy a cerrar», dijo.