Imagen de archivo del príncipe Enrique.

El príncipe Harry vuelve a causar revuelo en la Casa Real británica. Su libro de memorias, titulado Spare (En la sombra, en español), que se ha distribuido por error antes de tiempo en España, ha sacado a la luz algunas de las luces y, sobre todo, sombras del conocido como 'enfant terrible'. En su libro, el príncipe Enrique de Inglaterra revela algunas de las facetas de su vida hasta ahora desconocidas.

Entre los detalles que han enloquecido al Reino Unida se encuentran los detalles de la relación con su padre, el rey Carlos, su hermano mayor, el príncipe Guillermo, y otros miembros de la familia real británica. Como es habitual en la familia real, los portavoces de Carlos y Guillermo han declinado hacer comentarios. Además, también cuenta cómo vivió la muerte de su madre y la actual realción que mantiene su familia con sus esposa, la actriz Meghan Markle. A continuación les exponemos las once revelaciones más destacadas en el libro:

Pelea con su hermano. Enrique dice que su hermano Guillermo, ahora heredero al trono británico, lo tiró al suelo durante una discusión en 2019 en su casa de Londres sobre la esposa estadounidense de Enrique, Meghan. Guillermo dijo que Meghan era «difícil», «grosera» y «abrasiva», escribe Enrique. Guillermo lo agarró por el cuello y lo tiró al suelo, donde Enrique dice que aterrizó en el cuenco de un perro, rompiéndolo, además sostiene que rechazó el reto de Guillermo de devolverle el golpe y que su hermano se disculpó más tarde por el incidente.

Afganistán. Enrique dice que mató a 25 personas cuando servía como piloto de helicóptero en Afganistán. Asegura que participó en seis misiones, en todas las cuales hubo muertos, pero dice que las consideraba justificables, ya que los insurgentes talibanes querían matar a sus compañeros. «No era una estadística que me llenara de orgullo, pero tampoco me dejaba avergonzado. Cuando me vi inmerso en el calor y la confusión del combate no pensé en los 25 como personas. Eran piezas de ajedrez retiradas del tablero, gente mala eliminada antes de que pudieran matar a gente buena».

Camila. Enrique dice que él y el príncipe Guillermo habían pedido a su padre que no se casara con Camilla Parker-Bowles, que ahora es la reina consorte de Reino Unido. No obstante, escribe que tanto él como Guillermo acabaron deseando a su padre un feliz matrimonio y que sentían cierta simpatía por su relación. «A pesar de la amargura y la tristeza que sentíamos por cerrar otro capítulo en la historia de nuestra madre, comprendimos que eso era irrelevante».

Disfraz de nazi. Enrique cuenta que el príncipe Guillermo y su esposa Catalina le animaron a ir vestido de nazi a una fiesta de disfraces en 2005, en lo que él ha descrito en otra ocasión como «uno de los mayores errores de mi vida».

Celos. El príncipe Enrique afirma que su padre, el rey Carlos III, se sentía celoso (antes de acceder al trono) ante la posibilidad de que sus nueras, Meghan y Kate, le robaran protagonismo. Enrique, que actualmente vive en Estados Unidos, explica que, antes de casarse con Meghan, su padre le preguntó si ella seguiría trabajando como actriz y, cuando él le dijo que no porque seguramente se trasladaría a vivir al Reino Unido, el hoy rey le advirtió de que «no había dinero de sobra» para mantenerla.

Rumores sobre Hewitt. Enrique rechazó los rumores de medios de comunicación de que él nació de una aventura entre el comandante James Hewitt y su madre, la princesa Diana, y las sugerencias de que su padre había bromeado a menudo sobre no saber quién era el verdadero padre de Enrique. La idea es absurda, dado que su madre no conoció a Hewitt hasta mucho después de que él naciera, escribió.

Pelea por la boda. Enrique afirma que la Casa Real dio largas a la fecha y el lugar de su boda con Meghan. Dice que cuando consultó a su hermano sobre la posibilidad de casarse en la Abadía de Westminster o en la Catedral de San Pablo, Guillermo le dijo que no podía casarse allí porque habían sido lugares de celebración de las bodas de Carlos y Diana y de Guillermo y Catalina respectivamente. En su lugar, Guillermo sugirió una capilla de pueblo cerca de la casa de Carlos en Highgrove House, al suroeste de Inglaterra. Enrique y Meghan se casaron finalmente en la capilla de San Jorge, en el castillo de Windsor, en mayo de 2018.

Lágrimas por su madre. El príncipe Enrique del Reino Unido ha revelado que «solo lloró una vez», durante el entierro, por la pérdida de su madre, la princesa Diana, fallecida en un accidente de coche en 1997. El hijo menor del rey Carlos III y su primera esposa confiesa haberse sentido «culpable» por esa incapacidad de llorar, que atribuye a su restrictiva educación.

Drogas. Enrique dice que cuando tenía 17 años le ofrecieron una raya de cocaína en casa de alguien y que consumió la droga en varias ocasiones más, aunque insiste en que las informaciones de medios que sugerían que era un drogadicto eran falsas y que no lo disfrutaba. «No era muy divertido y no me hacía sentir especialmente feliz como parecía hacer a los demás, pero me hacía sentir diferente, y ése era mi principal objetivo. Era un chico de 17 años dispuesto a probar cualquier cosa que alterara el orden preestablecido», escribe. Enrique también cuenta cómo, siendo estudiante del exclusivo Eton College, solía fumar cannabis en un baño de su casa mientras la policía de Thames Valley le hacía de guardaespaldas, patrullando el exterior del edificio.

Una vidente. Enrique describe haber conocido a una mujer con «poderes» que decía poder sentir el espíritu de la princesa Diana. Dice que la mujer fue recomendada por unos amigos y que, aunque tenía sus dudas sobre ella, en cuanto se sentó «sentí una energía a su alrededor». «Tu madre dice que estás viviendo la vida que ella no pudo vivir, la vida que quería para ti», dice Enrique que le dijo la mujer.

Viaje al Ártico. Enrique describe cómo durante un viaje al Polo Norte sufrió los primeros síntomas de lo que parece ser congelación, incluso en el pene. Cuenta que le contó de sus heridas a su padre en una cena la víspera de la boda de Guillermo. «Mi padre mostró interés y se compadeció de mí cuando le comenté que me habían ardido las orejas y las mejillas a causa del frío. Luché por contenerme para no hablar demasiado y contarle que mi pene también se había visto afectado...»