«De repente, el acusado se dirigió hacia la persiana metálica de la tienda, bajándola sorpresivamente, a la vez que de forma muy rápida, colocándose tras la chica e inmovilizándola con el brazo puesto en su cuello, a la vez que con la mano le tapaba fuertemente la boca para no pudiera gritar, le bajó el tirante de la camiseta, así como el sujetador que portaba, manoseándole el pecho».

Éstos son hechos que la juez Martina Rodríguez, titular del juzgado de lo Penal número 2 de Eivissa, ha considerado probados y de los que fue víctima hace ocho años una dependienta de una tienda de lencería femenina de Sant Antoni. El autor de estos abusos sexuales fue un británico, entonces de 30 años, que se hallaba de vacaciones en la isla y al que la juez ha impuesto una condena de 15 meses de prisión. Además, deberá indemnizar a la afectada por los daños morales ocasionados en 3.000 euros.

Pánico

En la sentencia se recoge, asimismo, que la víctima tuvo que soportar tocamientos, besos en el cuello, la cara y el cabello. «Presa del pánico, en actitud pasiva, pues temía lo que pudiera sucederle si se resistía activamente, no hacía más que decir que no quería, hasta que comenzó a llorar, momento en el que el acusado cesó en su actitud abandonando el lugar, siendo detenido poco después», añade la sentencia.

El suceso ocurrió poco antes de las nueve de la noche del 27 de julio de 2002 cuando la empleada se disponía a cerrar las puertas del negocio y hacía caja. Pese a esta situación y a la advertencia de la trabajadora, el «cliente» rogó que le atendiera porque tenía que hacerle un regalo a su novia. La víctima aceptó pero pidió al acusado que debía esperar unos minutos mientras ella terminaba de cuadrar las cuentas de caja. Momentos después, y aprovechándose de la confianza de la empleada, el turista se abalanzó sobre la dependienta.