David Marqués (centro), director y guionista de 'Desechos' con dos de sus protagonistas: Guillermo Toledo (izquierda) y Adrià Collado (derecha).

El centro cultural de Can Ventosa acogerá mañana jueves (21h) y pasado viernes (20 y 22h) la presentación de Desechos, la nueva película del director y guionista ibicenco David Marqués, con la que cierra su trilogía generacional sobre estilos y formas de vida de los treintañeros. De igual modo que hiciera en 2005 con Aislados, el equipo de la película quiere mostrar al público pitiuso el primer montaje del film meses antes de su estreno en circuitos comerciales. A tal efecto, algunos de los protagonistas de la película, como Adrià Collado o Eric Francés, así como el productor y el propio director, asistirán a los tres pases de Can Ventosa, con al finalidad de compartir con los cinéfilos de la isla las experiencias y anécdotas del rodaje de esta comedia con fondo de crisis.

-¿Qué impresión tiene del resultado final?
-Yo estoy muy contento; a mí me gusta. Lo que pasa es que he llegado a un punto de saturación de tanto ver el material, que necesito verla como espectador y no como director y guionista.

-¿Cumple sus expectativas; nota alguna carencia?
-Hombre, me habría gustado tener más dinero, más tiempo y más de todo. Pero bueno, ese es mi sino. Aunque comparado con todo lo que he hecho antes, esta es como más película a nivel narrativo. Porque Aislados no dejaba de ser un experimento, del que estoy muy orgulloso, pero era más complicada de definir y explicar. Esta tampoco tiene la estructura de una película convencional; se parece más a un film independiente americano.

-¿Cuál será el recorrido inmediato de la película?
-El 23-F tenemos previsto un pase en Madrid.

-¿La llevará al Festival de Cine Español de Málaga?
-Ojalá; estamos luchando para que así sea; pero es algo que decide un comité de selección.

-¿Y a otros festivales?
-Todavía no nos hemos puesto a ello; aún está pendiente de hacer la copia de cine. Lo que se verá en Can Ventosa es un montaje en dvd como el que hicimos con Aislados. No está hinchada todavía. Así que según funcione en estos pases podemos retocar algo. Además, los créditos que hay no son los definitivos. Es sólo un primer montaje.

-¿Están gestionando ya la venta del producto?
-Sí, ya hay distribuidoras interesadas que han contactado con nosotros. Estamos negociando.

-¿Cierra con Desechos su trilogía sobre los treintañeros?
-Digamos que sí, pues en ella sigue habiendo personajes parecidos a los de las otras dos; pero el resto de guiones que tengo toca otros temas más generales.
Creo que la trilogía no hablaba solamente de 'peterpanes', sino de tipos de supervivencia. Y ésta creo que tiene ahora más actualidad que cuando la escribí hace ocho años, porque habla de tíos que están en crisis, no sólo existencial sino también económica.

-Oportuna, pues.
-Pues sí, fui un poco visionario. Pero ya te digo, aparte del peterpanismo de los personajes, cada una de las tres tocaba las posibles maneras de sobrevivir.

-¿Puede resumir el argumento de los tres trabajos?
-Cualquiera iba de un tipo que trabajaba los seis meses de temporada y el resto del año cobraba el paro; además de la vida en pareja y sus rutinas diarias. Aislados hablaba más de la amistad, de no perderla a pesar de la distancia, el tiempo y tal; seguir siendo amigo de siempre haciendo y diciendo las mismas tonterías que cuando éramos chavales; y de la forma de vivir en Eivissa, un tanto cara dura. Desechos va de dos tíos que comparten piso cuando ya tienes una edad de vivir solos; pero no tienen más huevos, por la crisis. Entonces llega un elemento exterior y les trastoca la vida ofreciéndoles algo que, en principio, parece una locura; pero optan por entrar en ella.

-Y hasta ahí puedo contar.
-Pues sí. Ah, y algo importante para el público: todo está hecho en clave de comedia.

-¿Con su habitual sal gorda, o está más fina ya?
-Creo que no. De hecho había cosas que el productor (Jean-Luc Ducasse) quería quitar, pero lo dejamos. Sí, hay sal gorda, con los toques gamberros habituales; pero también sal fina. Aunque no es políticamente correcta.