ACCIDENTE MORTAL CARRETERA SANTA EULARIA CURVA CAN RAMON

Tras cuatro años de espera, ayer se tuvo que suspender el juicio por la muerte en accidente de tráfico, en la madrugada, del 28 de abril de 2006, del motorista José Andrés Fernández Àlvarez, de 39 años. Después dos horas y media de juicio el Ministerio Público pidió finalmente la suspensión porque faltaba un testigo clave, el médico que podría atestiguar la validez de la prueba de alcoholemia al conductor que chocó con la moto en la que viajaba Fernández.

El acusado es el alemán R.R., de 55 años, a quien el Ministerio Público acusa por un presunto delito contra la seguridad vial porque considera que conducía en estado de ebriedad. Nueve días después del accidente, cuando el alemán estaba en al UCI, se realizó el análisis de la muestra recogida y dio una tasa de 1,36 en sangre. Como no se pudo escuchar el testimonio del médico, se desconocen detalles como por qué se tardó tanto en hacer el test o si, efectivamente, se empleó sangre extraída el día del accidente. Al respecto, un agente de Tráfico declaró que en el interior del todoterreno olía a alcohol y el acusado lo justificó alegando que llevaba una botella de vino como presente para una fiesta de cumpleaños.

Por su parte, la acusación particular pide cuatro años de prisión para el alemán y la retirada del permiso de conducir durante seis años por un supuesto de homicidio imprudente.

El acusado tuvo que viajar desde Alemania, por carretera, ya que los aeropuertos de su país estaban cerrados, para llegar el juicio de ayer, y tendrá que regresar el 4 de mayo.

Heridos graves

El accidente, en el que el acusado y su mujer, también alemana, resultaron heridos de gravedad, se produjo cerca del cruce de Los Cazadores, en la carretera de Santa Eulària.

La pareja viajaba en un Jeep Wrangler en dirección a Santa Eulària y, en un tramo con curva poco pronunciada, chocó con la BMW de 650 centímetros cúbicos en la que se desplazaba el fallecido. Según la Guardia Civil de Tráfico, la moto invadió el carril del Jeep, que se calculó que circulaba a unos 113 kilómetros por hora en una carretera en la que la velocidad máxima es de 90. No obstante, este tramo cuenta con un arcén de un metro y medio y podría interpretarse que la velocidad máxima es de 100. Por contra, la acusación particular considera que el Jeep circulaba a 160 kilómetros por hora y que no fue la moto quien invadió el carril de la moto, sino que fue al revés.

El acusado y su mujer declararon ante la juez Martina Rodríguez, magistrada del Juzgado de lo Penal número 2 de Eivissa, que circulaban a menos de 100 kilómetros por hora, que súbitamente se toparon con la moto, a la que no pudieron esquivar. Después chocaron contra una arqueta de hormigón, lo que dejó el Jeep destrozado.

Las huellas de frenada y la humedad

Tráfico estimó la velocidad del Jeep en 113 kilómetros por hora con base en la longitud de la frenada, pero la defensa hizo ver al agente que declaró ante la juez que no tuvo en cuenta la más que probable humedad en la calzada, ya que el accidente fue de madrugada y en mayo, lo que reduciría la estimación de la velocidad, algo que reconoció el guardia civil.